2016 IRA. 16 Formas caprichosas Gloria LATASA gloriameteo@hotmail.com Estoy en valle de Xareta –también conocido como «Tierra arbolada»– caminando entre interminables robles. De pronto, sobre uno de los troncos aparece un enorme nudo. Simula ser un retrato, la cara de un curioso mono con los ojos cerrados. Un poco más adelante, otro árbol –talado o cortado por el viento– sugiere la forma de un perro descansando al borde del sendero. Imágenes que sugieren formas… Algo que también puede ocurrir con las nubes. El arte de ver cosas donde no las hay es un fenómeno psicológico conocido como pareidolia (para, junto; eidolon, imagen). Se trata de encontrar involuntariamente un parecido en cualquier objeto. Un estímulo vago y aleatorio –generalmente una imagen, aunque también podría ser un sonido– que es percibido por el cerebro como una forma reconocible. Una cara en un árbol, un oso en la mancha de una pared… Al parecer, el cerebro está preparado para detectar cosas a partir de unos pocos indicios. En el caso de las nubes acostumbramos a buscar voluntariamente si estas «dibujan» en el cielo alguna forma conocida. A esta acción de interpretar formas en las nubes se le conoce como nefelocoquigia (nefe, nube; kokkux, cuco). Ninguno de los dos nombres está reconocido por la RAE. Sin embargo, sí lo están otros parecidos al segundo como nefelibata (persona soñadora, que anda por las nubes) o nefelismo (conjunto de caracteres que presentas las nubes). El nombre por el que se conoce al arte de descubrir formas concretas en las nubes es el mismo con el que bautizó el comediógrafo griego Aristófanes –en su obra “Las aves”, escrita en el año 414 antes de Cristo– a una ciudad imaginaria a medio camino entre la tierra y el Olimpo. Es la morada de las nubes y de los cucos, el lugar en el que los pájaros –persuadidos por los aventureros atenienses Pistetero y Evélpides– decidieron construir su imperio. Y es en ese imperio de las aves donde las gotas de agua deciden en algunas ocasiones unirse de forma caprichosa mostrándonos figuras de animales, enigmáticos rostros o delicadas plumas. En el caso de las nubes acostumbramos a buscar voluntariamente si estas «dibujan» en el cielo alguna forma conocida