2017 API. 02 Pena de muerte Antonio ÁLVAREZ-SOLÍS Periodista Yo creo que habría de restablecerse la pena de muerte para los que conculcan los derechos humanos que llevan a la desesperación y, no pocas veces a la desaparición por múltiples enfermedades derivadas del paro, la ansiedad y las indignidades que sufren, a millones de trabajadores y sus familias. Son muertes insidiosas, lo que agrava su penalidad. Se trata de un terrorismo que, además, es motivo de enaltecimiento diario, otro delito que, escandalosamente, se aplica ahora a todos los ciudadanos que denuncian justamente los crímenes del Sistema. Se trata de la ejecución de robots que dejan a la intemperie a infinitos ciudadanos y que encima reciben, ellos y sus creadores, la loa de nuestros dirigentes, que han recostado ya su inocencia gloriosa en la almohada del fascismo y el crimen. Yo formaría tribunales populares de urgencia para que piquetes de robots correctos –esto es, los que multiplican el trabajo humano y elevan su dignidad– procedan a fusilar con empleo de trillones de bits a esos miserables que están liquidando a la humanidad. Respecto a quienes los crean habilitaría penas perpetuas consistentes en hacer carreteras con pico y pala. Ruego a los lectores que firmen este papel, lo que cristianos y rojos les agradeceremos.