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LA TORRE OSCURA

La eterna y oscura maldición de la producción imposible de Stephen King


Saben los fans de la obra casi inabarcable del maestro del terror Stephen King, que “La Torre Oscura” es esa especie de quimera; ese proyecto irrealizable que se ha escapado, en incontables ocasiones, del sueño de ser proyectado en la gran pantalla. A lo largo de sobre todo los últimos años, se intensificaron los chascos y los falsos anuncios concerniendo al estreno de esa película que, ya fuera por X o por Y, se veía estancada, por enésima vez, en los cajones de los grandes estudios. Acumulando polvo; sin llegar jamás a ver la luz del Sol.

Hasta que por fin se alinearon los astros. Es decir, hasta que los grandes estudios consiguieron juntar a dos nombres de peso (Idris Elba en un lado y Matthew McConaughey en el otro) y, claro está, invocar a la fuerza más poderosa conocida por la industria: el dinero. Con dos estrellas de primer nivel y los fondos necesarios, hubo luz verde para que la oscuridad viera la luz.

Se consiguió lo imposible, y por esto ahora mismo podemos estar hablando de “La Torre Oscura”, adaptación de la célebre saga de novelas del no menos célebre Stephen King. Como en anteriores ocasiones, la transición a la pantalla grande viene irremediablemente acompañada de un proceso de compresión que obviamente ha podido afectar la esencia del relato original. Resumamos, a nivel literario, hablamos de lo que el propio King ha definido como su magnus opus. Ocho novelas que superan las cuatro mil páginas, además de un sinfín de referencias y guiños esparcidos en muchas otras del mismo autor. Pues bien, todo esto queda condensado en poco más de hora y media de metraje. La lógica de los números no engaña. Como cabía esperar, al director y guionista Nikolaj Arcel le falta tiempo para desarrollar las infinitas temáticas propuestas por Stephen King, y se queda en un atropellado poti-poti de géneros no muy bien comprendidos.