GARA Euskal Herriko egunkaria
CRÍTICA «Que baje Dios y lo vea»

Curitas futboleros en una Champions celestial


Afinales de los 50, el fotógrafo Ramón Masats legaría para la posteridad una serie fotográfica en blanco y negro en la que se podía ver a un grupo de seminaristas de Madrid jugando al fútbol.

Esa secuencia, que incluso llegó a ser expuesta en el MoMa de Nueva York, nos descubrió la estilizada silueta de unos futbolístas ocasionales luciendo sotana y ha propiciado multitud de comentarios relativos a lo gracioso que puede resultar ver a unos curitas futboleros. Mucho de ello topamos en el debut en el formato largo del creador de la ficción televisiva “El Chiringuito de Pepe” el cual, además de pretender seguir siendo fiel al discurso y estilo que plasmó en la citada serie, se ha querido subir al carro de la inefable “Ocho apellidos vascos” mediante un discurso facilón en el que impera el chiste de calibre grueso.

Si la intención del cineasta era llevar a cabo una comedia blanca o de corte costumbrista, acorde a la citada serie fotográfica de Masats, el resultado no ha podido ser más decepcionante ya que la curiosa premisa argumental se sitúa en un muy segundo plano dentro de un conjunto muy inestable y en el que predominan los chistes esporádicos en torno a una competición real, la Champions Clerum, que enfrenta a diversas formaciones de fútbol sala integradas por clérigos. En torno a esta iniciativa que nació en 2005, Curro Velázquez desarrolla un producto de consumo ultrarápido en el que queda de manifiesto su nula intención por apostar al máximo a la hora de recrear este circo balompédico en el que los futbolístas se las ven y desean para no jurar en lo más sagrado cada vez que fallan una ocasión de gol. En mitad de la pista central asoma la figura de un Karra Elejalde abandonado a la buena de Dios por culpa de un personaje pobremente esbozado.