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RENZI SOBREVIVE A LAS LUCHAS CAINITAS EN EL PD PARA VOLVER A POSTULARSE

La izquierda en Italia lleva décadas anegada en incesantes pugnas fratricidas entre excomunistas, socialistas y otras tendencias. Así, se presenta a las elecciones con Matteo Renzi, protagonista de uno de los periodos más convulsos del PD, como referencia principal.


En la historia de la izquierda en Italia se distinguen dos momentos: el primero, entre 1945 y 1991, controlado mayoritariamente por el Partido Comunista Italiano (PCI); en el segundo, a partir de 1991, las luchas –ideológicas y personales– han sido una constante. Las batallas internas no cesan y en ese contexto se presenta a las elecciones generales marzo con un Partido Democrático (PD) en decadencia como única baza –y esperanza– de Gobierno.

La izquierda italiana acumula varios problemas. Tiene, en primer lugar, una clara ausencia de un líder con capacidad de aunarla. Solo el ex primer ministro y secretario general del PD, Matteo Renzi, aparece con posibilidades electorales reales, pero con él al frente el partido ha vivido un periodo de seísmo continuado que ha provocado una serie de escisiones. Sinistra Italiana, Movimiento Democrático y Progresista de los históricos Massimo D’Alema –primer ministro entre 1998 y 2000– y Pier Luigi Bersani –ganador de los comicios legislativos en 2013– y Libres e Iguales del último presidente del Senado, Pietro Grasso, son, entre otros, corrientes que han abandonado la formación. Al menos, estos han acabado coligándose de cara a los comicios bajo el liderazgo de Grasso, alianza por la que también han apostado Potere al Popolo y Rofondaziones Comunista.

Además, la izquierda se ha convertido en una auténtica trituradora de líderes. Walter Veltroni, alcalde de Roma durante casi siete años y secretario general del PD entre octubre de 2007 y febrero de 2009, desapareció de la escena política cuando perdió contra Silvio Berlusconi en las elecciones de 2008; Dario Franceschini, su sucesor en el cargo, ni siquiera llegó a postularse; tanto D’Alema como Bersani son dos incansables que parecen haber dejado atrás su periodo más exitoso; y Nichi Vendola, gobernador de Puglia durante dos mandatos, quedó desprestigiado durante sus últimos años de legislatura. Los únicos que se atrevieron a hacer frente a Renzi en las primarias que el PD celebró a comienzos de 2017 –Andrea Orlando y Michele Emiliano– fueron claramente derrotados por el político toscano, que se hizo con alrededor del 70% de los votos.

Proliferación en la izquierda

Las encuestas auguran que no parece que las corrientes escindidas vayan a hacerse con el respaldo masivo del electorado italiano. Según la realizada por Tecnè Italia, los disidentes aportarían alrededor de un 5% de los votos a un PD que no llegaría siquiera al umbral del 30% –se habla de un 40% para gobernar en solitario–. No obstante, y además de los obvios desacuerdos políticos, hay otras razones que ayudan a entender el por qué de la abundancia de partidos en el panorama político italiano.

Las leyes electorales han ayudado al surgimiento y crecimiento de partidos minoritarios. El umbral mínimo del 3% que contempla la última ley electoral para el acceso a las cámaras no hace sino estimular esa apuesta. Además, la generosa financiación pública de los partidos es un incentivo más que explica la proliferación de partidos en la izquierda italiana, y no cabe olvida su relevancia en un Parlamento fragmentado y con dificultades para forjar mayorías.

Al menos con el ánimo de parar la sangría de escisiones y proyectar algo positivo de cara a su electorado, el PD ha hecho un último esfuerzo para aunar fuerzas. El objetivo ha sido aliarse con la veterana Emma Bonino, pero el intento parece no haber dado los frutos deseados –aunque se da por hecha una alianza para la provincia de Roma–.

Bonino es una activista que en la década de los setenta encabezó la campaña a favor de la legalización del aborto y el divorcio en Italia, y, como miembro del Partido Radical, lideró varias batallas por los derechos civiles. También fue ministra de Exteriores del Gobierno presidido por Enrico Letta en 2013 y en los último años se ha destacado por su apoyo a las campañas a favor de los derechos de los inmigrantes. De cara a las elecciones encabeza la plataforma Más Europa, favorable a una mayor integración de la UE, objetivo solo compartido con el PD de entre los partidos principales con opciones a la victoria. Con todo, parece que la izquierda italiana se presentará a las generales de marzo más dividida que nunca y Matteo Renzi, con la etiqueta de haber roto puentes con todos sus posibles aliados electorales.