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CRÍTICA «Déjate llevar»

La fábula del intelectual serio y la chica extrovertida


La comedia italiana actual carece de personalidad propia, y como ejemplo de ello sirva el estreno de “Lasciati andare”, con la que debuta en la ficción el documentalista Francesco Amato. El problema de entrada es la absoluta falta de originalidad, no solo ya en el planteamiento general, sino en cada una de sus situaciones, en cada uno de sus gags, en el diseño de los personajes principales y secundarios, en definitiva en todo. La única novedad consiste en la elección de su pareja principal, y a eso lo fía todo esta producción que cuenta con el reclamo del gran actor Toni Servillo exhibiendo su vis cómica, que la tiene. Para darle réplica se ha pensado en una actriz extranjera, una Verónica Echegui que a los italianos les resultará diferente, cuando menos.

El costumbrismo del país transalpino se ve reflejado en los secundarios, y así Luca Marinelli encarna a un delincuente inspirado en el Vittorio Gassman de “Rufufú” (1958), mientras que Giacomo Poretti borda la caricatura del más divertido de los pacientes del doctor protagonista, en la línea clásica de un Alberto Sordi o un Ugo Tognazzi. En cambio, ese sicológo judío parece sacado del repertorio de Woody Allen, al ser mostrado con un ser egocéntrico, celoso, tacaño y decididamente antipático, al que ha de aguantar la ex-mujer con la que comparte piso, y a la que da vida una estupenda Carla Signoris.

Pero en cuanto se contrasta la figura central masculina con la de su oponente femenina, que resulta ser la entrenadora personal que contrata cuando el médico le recomienda hacer ejercicio, la referencia más clara es la comedia de Herbert Ross “La gatita y el búho” (1970), que protagonizaron George Seagal y Barbra Streisand, a modo de definición del antagonismo entre el intelectual serio y la chica extrovertida que consigue romperle los esquemas y hacerle salir de su coraza. La figura de ella se adecúa más al culto actual al cuerpo por encima de la mente.