2018 MAI. 03 Musika Folclore, poesía y debuts Mikel CHAMIZO Bajo el extravagante título “Tutti-frutti de sensaciones”, la Orquesta Sinfónica de Euskadi proponía un programa con tres obras completamente dispares entre sí: un festivo torrente sonoro basado en el folclore rumano (Ligeti), un cosmopolita acercamiento a la críptica poesía de Arthur Rimbaud (Britten) y una de las cumbres sinfónicas de la música occidental, perfectamente abstracta (Mozart). Este programa sin ilación aparente terminó siendo resultón por la competencia como director de Clemens Schuldt, que supo adaptarse a los requerimientos de cada obra y, especialmente con las del siglo XX, mostró ideas muy atractivas. Fue el caso del “Concierto rumano” de Ligeti, en el que el alemán supo encontrar un buen equilibrio entre el desenfreno de los ritmos folclóricos y las ideas modernistas que laten en su interior, extrayendo un máximo de energía de la orquesta sin sacrificar el equilibrio sonoro ni la ejecución. La OSE se redujo a su sección de cuerdas para abordar “Les Illuminations” de Benjamin Britten, un ciclo de canciones de extraordinaria dificultad expresiva que supuso el debut con la orquesta de la soprano donostiarra Elena Sancho Pereg. Sancho, que trabaja en la Ópera del Rin y está destacando en roles como los de Zerbinetta u Olympia, parecía poseer a priori un timbre algo ligero para este Britten, pero su brillo y contundencia en el fraseo terminó encajando muy bien con las canciones más expansivas del ciclo, como “Villes” o “Parade”. En las páginas más sensuales, como “Being beauteous”, le faltó sin embargo algo de sutileza expresiva e intención poética. Schuldt, que mostró una sorprendente afinidad hacia el singular lenguaje de Britten, tropezó un poco con la última obra del programa, la “Sinfonía nº 41” de Mozart. Abordada desde parámetros bastante tradicionales y con una sólida visión formal de la totalidad, a Schuldt le faltó quizá perfilar mejor fraseos y agógicas, un tanto bruscos en ocasiones.