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El efecto de los hongos en los pinos insignis es ya evidente

Los forestalistas se encuentran a la espera de los resultados que han llevado a cabo diferentes administraciones, como las diputaciones de Bizkaia y Gipuzkoa, para saber con exactitud la situación actual y para así poder decidir las distintas estrategias de actuación.


Los forestalistas están «obviamente preocupados» por la vulnerabilidad que están mostrando los bosques de pino insignis de Euskal Herria ante un conjunto de hongos. Al principio del verano ya se alertó de la enfermedad que estaban sufriendo y los expertos admiten que a esta alturas resulta «evidente» para cualquier persona. Están a expensas de los últimos análisis a cargo de la Administración, que facilitará más datos la semana que viene, para encontrar la solución más factible.

Fernando Otazua, director de Basoa –asociación de forestalistas de Gipuzkoa– subraya, por su parte, que estas enfermedades son difíciles de gestionar y, sobre todo, «complicado conocer con exactitud cuál será su evolución».

Explica que es un conjunto de hongos, tres o cuatro, el que está enfermando a gran parte de bosques de pino insignis. Se trata de variantes del hongo Mycosphaerella, entre ellas, dearnessii y pini, que al parecer han conseguido desarrollar una variabilidad genética que les hace ser «muy virulentas y se ha propagado mucho».

La aparición del hongo en sí no es novedosa, sino que es su virulencia la que ha provocado cierto desconcierto. Y es que el Mycosphaerella afectando a las hojas del pino insignis en bosques de Euskal Herria se puede encontrar ya en textos y en análisis del año 1942. «Los hongos son impredecibles, son sofisticados», describe Otazua, que recuerda que los árboles son seres vivos y, por lo tanto, «son susceptibles de enfermar».

Ahora, lo que hace falta es definir la estrategia para poder actuar correctamente. Opina que, dependiendo de las zonas, si están más o menos afectadas, debe haber diferentes planes.

Lo que debe ser primordial es estudiar aquellos árboles que todavía estan «verdes» –lo que hace este hongo es secar la hoja, por lo que actualmente el paisaje que ofrecen es de color marrón– para analizar su genealogía y sus descendientes. En ello se encuentra, precisamente Neiker-Tecnalia, con la biogénesis somática.

«En zonas menos afectadas habrá que ver cómo se puede frenar el avance de la contaminación», añade Otazua, mientras que en las más afectadas la solución más fácil puede ser el derribo, lo que dificultará que el propietario opte por la especie insignis a la hora de repoblar «porque tonto no es, y hasta que no esté disponible un insignis que sea inmune a esta bacteria será difícil convencerle».

Repercusión económica

La razón de cambiar de especie puede ser es que todo lo invertido hasta ahora se echa a perder, «no hay maderas gruesas». Por ello, Otazua reclama la ayuda de las administraciones porque la actividad forestal, en su totalidad, genera beneficios de 90 millones de euros, «y por cada euro de madera la sociedad recibe seis euros de beneficio, aunque sea difícil de cuantificar».

La pérdida, sin embargo, «va a ser un problema social» y, por ello, «lo que se debe mantener es la actividad forestal», recalca el director de Basoa. Por ello exige una línea de ayudas por parte de la Administración.