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Montserrat Caballé, soprano universal del siglo XX

La soprano Montserrat Caballé falleció ayer en Barcelona a los 85 años. Fue una diva universal de la ópera, a la altura de las mejores sopranos del siglo XX, cuando la crítica y el público la situaron al nivel de Joan Sutherland, Renata Tebaldi y Maria Callas.


La cantante, cuya salud era delicada desde hacía años, se encontraba ingresada desde mediados del pasado mes de setiembre por una dolencia que padecía desde hacía tiempo, y la madrugada de ayer falleció en el hospital de Sant Pau de la capital catalana.

Montserrat Caballé ha sido una de las grandes voces líricas del siglo XX, una diva a la altura de mitos como Maria Callas, Joan Sutherland, Elisabeth Schwarzkopf o Renata Tebaldi, tanto por su calidad vocal como por su dominio de la técnica.

A lo largo de sus más de 50 años de carrera, Caballé interpretó cientos de óperas y conciertos en los principales teatros de todo el mundo junto a las mejores orquestas y repartos, gracias a un repertorio que abarca cerca de 90 papeles correspondientes a más de 40 óperas.

Montserrat Caballé Folch nació el 12 de abril de 1933 en el barrio de Gracia de Barcelona, en el seno de una familia modesta, donde su madre le dio su primera formación musical que le sirvió para ingresar a los 11 años en el Conservatorio Superior de Música del Liceu con una beca.

Caballé se graduó en 1954 en una accidentada prueba final en la que llegó a perder el conocimiento, y tras titularse hizo su primer debut operístico con el papel de Serpina de “La serva padrona” en el Teatro Principal de Valencia el 27 de junio de 1955 con la Compañía de Ópera de Cámara de Barcelona, dirigida por Napoleone Annovazzi.

Tras unos años fuera de Catalunya, en los que cantó para las óperas de Basilea, Viena y Bremen, consolidando su carrera y su cada vez mayor prestigio, finalmente debutó en el Liceu de Barcelona el 7 de enero de 1962 en el papel de Arabella, de Richard Strauss, una interpretación recibida con entusiasmo por crítica y público.

El 20 de abril de 1965 sustituyó en el Carnegie Hall de Nueva York a Marilyn Horne en “Lucrecia Borgia”, con un éxito arrollador, que luego repitió, con “Fausto”, en la Metropolitan Ópera de la misma ciudad.

Tras su actuación en el Carnegie Hall, The New York Times tituló: “Callas + Tebaldi = Caballé”, lo que supuso un impulso definitivo a su proyección internacional e hizo que se multiplicaran las ofertas de grandes teatros y de discográficas para grabaciones.

Desde entonces, sus representaciones la llevaron a los más selectos teatros de ópera del mundo, como Scala de Milán, Staatsoper de Viena, Royal Opera House Covent Garden de Londres, Ópera de París, Bolshoi de Moscú, Teatro Colón de Buenos Aires, Ópera de San Francisco, Ópera de Hamburgo, Ópera de Múnich, así como a los festivales de Salzburgo, Aix en Provence, Glydebourne, Pesaro o Verona, entre otros.

Su voz se escuchó junto a las mejores orquestas y los más prestigiosos directores, entre ellos Herbert von Karajan, Leonard Bernstein, Zubin Mehta, James Levine, Claudio Abbado, Seiji Ozawa o Riccardo Muti.

Unida al Liceu

La soprano siempre se sintió especialmente unida al Liceu y, así, fue la primera cantante que mostró su apoyo incondicional al quedar destruido por las llamas en 1994, cantando ante sus ruinas y donando una importante cantidad para su reconstrucción.

En enero de 2012, el Liceu homenajeó a Caballé con motivo del 50 aniversario de su debut en el teatro barcelonés con una gala que contó con la presencia de numerosos compañeros de profesión y amigos de la soprano, como los tenores Josep Carreras y Juan Diego Flórez o el barítono Joan Pons.

Tras varios conciertos en plena forma, como el realizado en el Madrid Arena ese junio, Caballé tuvo que cancelar a finales de octubre un recital en el Auditori de Girona tras sufrir una caída que le provocó una fractura de húmero y un leve ictus.

En 2015, un juez de Barcelona la condenó a seis meses de cárcel por un delito contra la Hacienda Pública, tras un pacto de la cantante con la Fiscalía y Abogacía del Estado en el que reconoció un fraude fiscal de 508.562 euros en el IRPF de 2010, aunque no entró en prisión.