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Ungino, buena ascensión y mejor Vía Ferrata


La Vía Ferrata del Ungino es de las pocas ferratas de Euskal Herria. La verdad es que es de agradecer al que descubrió y equipó esta propuesta para el disfrute general. Además, este monte tiene una característica marca diferenciadora, el “Ojo del Ungino”. Consiste en un curioso agujero situado al lado de su cima que atraviesa el macizo desde la pared superior a la inferior. Ni que decir tiene que, para hacer esta propuesta, deberemos conocer a la perfección las técnicas de progresión en Vía Ferrata y equiparnos adecuadamente.

Por otra parte, el monte Ungino, de por sí, bien vale una visita. Y es que lo tiene todo: desnivel, bonitas vistas, un sendero de aproximación espectacular, cascadas, adentrarnos en el mismo corazón de la Sierra de Gorobel... Si queréis probar una disciplina diferente (Vías Ferratas), conocer un lugar singular y, sobre todo, pasar una alegre mañana o tarde, pasaros por aquí.

Subiremos por la pista de cemento principal del barrio hasta llegar al caserío Albisua. En este punto, la pista de cemento muere para nacer otra de barro, la cogeremos. Sin salirnos de la pista de barro, deberemos atravesar tres langas. Nada más pasar la tercera, llegaremos a una intersección de caminos. En dicha intersección continuaremos de frente, siguiendo a los mojones que nos iremos encontrando. La pista muere para dar paso a un sendero. Este sendero, inicialmente, se dirige a la derecha para, después, ascender hacia la izquierda directo al Portillo de Atatxa. Avanzaremos así por toda la larra, disfrutando de unas preciosas vistas, bajo la atenta mirada del Ungino.

Cuando solo nos faltan unos pocos metros para llegar al Portillo, tenemos dos opciones. La primera consiste en subir al mismo Portillo y, desde allí, al monte Ungino por la ruta “normal”.

La segunda consiste en abandonar el sendero hacia la derecha. Avanzaremos por la base de la pared hasta llegar, por un terreno un poco expuesto, al inicio de la Vía Ferrata. Dicha Vía se podría dividir en dos partes. La primera parte comienza con una corta “Línea de vida” (tramo equipado con un cable de acero) hasta llegar a un pequeño rápel de unos 8 metros. Después del rápel, continuaremos por otra larga “Línea de vida”. Más adelante, ascenderemos un tramo vertical de unos 10 metros. Aquí, tendremos que tener cuidado de no caernos para evitar el factor de caída. Seguidamente, una última corta “Línea de vida” nos lleva al final de la primera parte.

La segunda parte empieza sin ningún equipamiento. Avanzaremos por la base de la pared, siguiendo el camino. De vez en cuando, algún mojón nos indicará que vamos por el buen camino. Pronto, llegaremos a un tramo herboso. No es difícil, pero sí expuesto, así que cuidado. Al final de este tramo herboso, existe un escape, destrepando por las hierbas. Si no utilizamos el escape, volveremos a poder disfrutar de la última “Línea de vida” equipada con cable de acero. En esta línea nos encontraremos un tramo vertical, en el cual tendremos una cuerda que nos facilitará la ascensión. En breve, llegaremos al Portillo de las Escaleras.

Del Portillo de las Escaleras subiremos en nada, dirección este, a la cumbre del Ungino (1.105 m), la excusa perfecta para este maravilloso día. Al lado de dicha cumbre, veremos el profundo “Ojo de Ungino”.

Por último, seguiremos por el cordal de la sierra hacia el sur hasta llegar, de nuevo, al Portillo de Atatxa. Desde aquí solo nos resta desandar el camino hasta Madaria.