GARA Euskal Herriko egunkaria
CRÍTICA «Aquaman»

Si Bob Esponja tuviera músculos


No estamos ante otra película más de superhéroes, o ante una aventura espectacular del montón. “Aquaman” es una creación diferente dentro del género, tanto para bien como para mal. Se nota mucho que coincide con la progresiva marvelización de las producciones de Warner sobre originales de DC Comics, que empiezan a ser mucho más entretenidas y divertidas que las dirgidas en tono sombrío por Christopher Nolan o Zack Snyder. Pero el definitivo sello distintivo se lo da la dirección de James Wan, porque ya se sabe que el rey del cine de terror actual cuando acepta encargos de franquicias como “Fast & Furious” no se conforma con repetir fórmulas agotadas y les imprime su sello personal. Esto quiere decir que es uno de los autores que mejor se adapta al cine de gran producción made in Hollywood.

Cualquiera no vale para no dejarse aplastar por una pesada maquinaria que se traduce en 160 millones de dólares presupuestados, y aunque el CGI cumple en los momentos álgidos como la batalla final, hay otros en que el equipo de efectos digitales se deja llevar por el imaginario de colores fosforito de “Avatar” (2009). En manos de un director con menos agallas, nunca mejor dicho, esta enloquecida y bizarra representación de un universo submarino podría haber pasado por un capítulo alargado de “Bob Esponja” y su humor absurdo.

Si Wan logra sacar a flote visualmente la película, también lo hace en la vertiente narrativa, mediante una estructura de flash-backs que permite presentar al protagonista y su entorno acuático sin necesidad de ir directamente a los orígenes de forma cronológica. Y no lo tenía nada fácil, porque el guion es muy simplón, lo mismo que las relaciones dramáticas entre personajes. Menos mal que se impone el sentido de la aventura épica con insertos de comedia de acción a la manera del Spielberg más clásico y dinámico.