2019 MAI. 10 CRÍTICA «La tragedia de Peterloo» 1819, agosto sangriento Víctor ESQUIROL Mike Leigh, uno de los indiscutibles maestros del cine británico actual, continúa caminando la senda iniciada por su último trabajo hasta la fecha, y sigue enfrentándose a la historia de su país, esto sí, ahora con actitud mucho más combativa. Venimos, para ponernos en contexto, de “Mr. Turner”, antipático y, aun así, bello biopic dedicado al genial pintor J.M.W. Turner, encarnado este por un Thimothy Spall simplemente impecable. Ahora nos movemos en la misma época (en el año 1819, para ser más exactos) solo que con un espíritu mucho más agitado. En Europa, recordemos, el proyecto unificador de Napoleón Bonaparte acaba de ser derrotado, y claro, Gran Bretaña celebra su victoriosa ruptura con el decadente continente. Y si la situación nos suena de algo, es porque, precisamente, ésta es la intención de Mr. Leigh. “La tragedia de Peterloo” es una minuciosa reconstrucción histórica de uno de los episodios más oscuros de la edad moderna en Inglaterra. Durante más de dos horas y media, el veterano cineasta compone un retrato coral transversal, que nos lleva de lo estratos más bajos de la sociedad, a los más privilegiados, aquellos que deciden el destino de los primeros, vaya. Sobre el papel, la propuesta recuerda al “Bloody Sunday (Domingo sangriento)” de Paul Greengrass, pero las formas de Mike Leigh, aunque también muy afines al hiper-realismo, se alejan del formato documental de dicha referencia. La narración de “La tragedia de Peterloo” está planteada como un fuego lento; como la crónica de un drama anunciado. La set piece final, portentosamente ejecutada, encapsula la intolerable brutalidad de una matanza que no debe ser olvidada, pero todo lo que nos lleva a ella, supone un interesantísimo fresco sobre una sociedad peligrosamente aislada, a la vez que un incorruptible estudio sobre los corruptores mecanismos del poder.