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Sémper en campaña: de Ondarreta a Santa Clara, por el centro y sin gaviotas


Esta crónica empieza en la motora Aitona Julian II, a la que una decena de periodistas subimos ayer por invitación de la campaña de Borja Sémper, candidato a la Alcaldía de Donostia por el PP, según dicen las malas lenguas. Ondeando la bandera pirata, el barco atraviesa la bahía hasta dar con tres nadadores rumbo a Santa Clara. Uno de ellos es Sémper y esto, aunque no lo parezca, es un acto de campaña. Neopreno rojinegro, gafas blancas y gorro azul, que una cosa es esconder las siglas y otra cambiar colores.

«Hemos ido por el centro, que es la forma más rápida de llegar», comenta nada más pisar tierra ante las cámaras que le rodean. Necesita un rato para recuperar el aliento, pero el juego que ha propuesto a los medios es el que es. «¿Qué tal la travesía?», pregunta un periodista; «bien, bien», alcanza a responder, mientras los organizadores piden unos minutos para que se recupere. Pero esto ya está lanzado. «¿Se veían muchas gaviotas?», sigue con guasa el periodista, que ante el titubeo de Sémper le recuerda que están en directo para el show de Ferreras en La Sexta. «Ah, coño, Antonio». Show must go on.

Por cierto, y ya que estamos, Sémper no solo ha logrado esconder las siglas del PP en su campaña, ayer también consiguió que apenas hubiese gaviotas en Santa Clara.

Bilbainadas en Donostia

Recuperado el aliento, arrancó el acto en sí. Pareció que iba a hacerlo con un alarde de sinceridad, al explicar que la de ayer era «una acción para llamar la atención»… pero no se refería a los medios, sino a alertar de lo que pasa en el medio ambiente.

El mensaje político del día era sencillo: convertir Donostia en una ciudad de referencia contra la contaminación marina, aprovechando que «no hay en Europa una ciudad tan vinculada al mar». Una bilbainada mirando a la Concha. La escueta propuesta pasa por proponer a empresarios y hosteleros que limiten la utilización de plásticos de un solo uso y por una apelación genérica al capitalismo verde y sus mil maravillas que nos quedan por descubrir.

Y ya está. Un discurso de poco más de dos minutos en una isla desierta ante una decena de periodistas, conscientes todos –me incluyo–, de que no acudimos por nada que fuese a decir Sémper, sino por el hecho de que se metió en un neopreno para, efectivamente, llamar la atención. Que nadie lo tome a mal, no es una crítica concreta al candidato del PP, que en esto de dar la nota todavía tiene bastante que aprender de contrincantes como Gasco; es más bien una cruda radiografía que muestra en que se han convertido, en gran medida, las campañas electorales.