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CRÍTICA «El rey león»

El eco de un poderoso rugido bidimensional


En su empeño por reactivar sus clásicos animados bidimensionales mediante un diseño tecnológico de última generación, el gigante Disney parece decidido a sacrificar el encanto que emana de dichas propuestas en beneficio de una espectacularidad aparatosa en el que la originalidad y la fantasía han quedado relegadas a un plano muy inferior.

Nada en esta ola de remakes auspiciada por los de Burbank provoca el más mínimo interés ya que los personajes y las historias se asemejan a un fastuoso escaparate tan gélido que impide cualquier atisbo de atractivo. En este nuevo intento comercial por hacer saltar las taquillas del planeta, Disney se ha sacado de la chistera una nueva versión de “El rey león” en la que prima un supuesto puntillismo naturalista a la hora de dotar de forma y movimiento a un bestiario africano que se limita a seguir la estela del filme original del año 94. Jon Favreau se ha colocado detrás de la cámara –o del ordenador– para orquestar este circo de tres pistas tridimensional que en diversos tramos del viaje iniciático que protagoniza Simba traiciona buena parte de las intenciones del primer filme debido a que el director se coloca en un incómodo territorio intermedio que divide la fuerza evocadora de la animación bidimensional y su empeño por aportar un toque adulto a algo que no lo requiere.

La película hace gala en todo momento de una gran espectacularidad y logra secuencias de una gran intensidad y fiereza como, por ejemplo, la pelea que protagoniza el traidor Scar y su tropa de hienas contra las leonas y Simba.

A esta espectacularidad habría que sumar la imperecedera banda sonora de Hans Zimmer que en esta oportunidad suma a su repertorio, además de los consabidos temas de Elton John, las aportaciones de Beyonce en la canción “Spirit” y la que la cantante tejana comparte junto a Daniel Glover, “Can You Feel The Love Tonight?”.