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LA DERIVA dEL BREXIT

Acorralado, Johnson se aferra a su último cartucho electoral

Tras perder las primeras cuatro votaciones en el Parlamento como primer ministro y ver que el Parlamento le ha devuelto como un boomerang el golpe cuando anunció su suspensión, Johnson volverá a presentar una moción para forzar elecciones anticipadas antes de que llegue la fecha del Brexit, el 31 de octubre. Confía en que los laboristas de Jeremy Corbyn acepten esta vez.


Después de ver cómo en doble lectura la Cámara de los Comunes aprobaba una ley que impide un Brexit a las bravas si no hay un acuerdo con la UE antes del 19 de octubre y rechazaba su propuesta de convocar elecciones anticipadas cuatro días antes, el 15 de octubre (aquí todos miran con ansiedad el calendario), el primer ministro británico, Boris Johnson, se aferra a su último cartucho y ha anunciado que presentará nuevamente el próximo lunes su propuesta de adelanto electoral.

Espera para entonces que la Cámara de los Lores haya sancionado la ley parlamentaria que pide a la UE un nuevo aplazamiento de tres meses del Brexit en caso de no acuerdo (no deal). La Cámara Alta, donde los conservadores no tienen mayoría, tiene previsto aprobar la ley hoy en segunda lectura (la primera estaba prevista ayer), tras lo que se prevé que el próximo lunes la reina firme el documento con rango legal.

El líder laborista, Jeremy Corbyn, quien lleva un año insistiendo en la exigencia de elecciones, no cayó el miércoles en la trampa (envite torero) urdida por Johnson y rechazó la moción de adelanto electoral, pero persevera en su apuesta de que el electorado hable una vez que la ley que impide una salida de la UE sin acuerdo haya sido finalmente tramitada y firmada. Y ahí es donde intenta morder un acorralado Johnson, quien no tuvo reparos en provocar sin éxito al líder socialista británico acusándole de «cobarde» y «poco varonil» al no aceptar su reto.

Tras despertarse de su despendolada «siesta» del pasado miércoles en pleno debate sobre el Brexit, el líder del Partido Conservador en la Cámara de los Comunes, Jacob Rees-Mogg, confirmó este nuevo intento de forzar elecciones.

El anuncio fue corroborado por el ministro de Finanzas, Sajid Javid, quien tras calificar como «ley de rendición» la iniciativa legal para impedir una salida sin acuerdo, adelantó que «cuando consiga el consentimiento real, debemos avanzar como país y cumplir el Brexit, por lo que necesitamos unas elecciones generales». Eso explica que, tras un intento de interponer cientos de enmiendas en la Cámara de los Lores, el Gobierno haya decidido no frenar su tramitación.

Porque todo es una endiablada cuestión de fechas. Johnson confía en que los laboristas, por lo menos los alineados con su líder, acepten el reto de acudir a las urnas a mediados de octubre mientras los sectores críticos y alineados con Tony Blair insisten en esperar hasta el 31 de octubre y la prórroga del Brexit para aceptar la convocatoria de elecciones.

«Boris el Breve»

Johnson trata de trasladar al seno del laborismo una crisis histórica en el seno de los tories y provocada por su «jugada maestra» de dar un golpe inédito al parlamentarismo británico.

Una crisis, que se ha saldado con la expulsión de 23 diputados disidentes que han votado contra el primer ministro y que no tiene parangón ni en la crisis de Munich (pacto con Hitler) de 1938 ni en la de Suez (guerra contra el Egipto de Nasser).

La última deserción fue ayer la del hermano del primer ministro, Jo Johnson, que siguió a la de la exministra Caroline Spelman. La lista se completa con Philip Hammond, hasta hace poco canciller del Échiquier, el veterano de la Cámara de los Comunes, Ken Clarke, y Nicholas Soames, nieto de Churchill, de quien Johnson se declara admirador confeso.

Todo ello sin olvidar a los ex primeros ministros tories John Mayor y David Cameron. Theresa May debe estar riéndose en su asiento en la Cámara.

Su sucesor podría convertirse en «Boris el Breve» y superar a George Canning, quien en 1827 solo duró 119 días en el cargo (Johnson lleva escasos 40 días desde el 24 de julio). Solamente uno, el conde Rosebery, había perdido hasta ahora su primera votación en el Parlamento. Boris Johnson ha perdido cuatro y, de no mediar nervios laboristas, perderá la quinta.

En ese caso, solo le quedaría presentar una ley específica para convocar elecciones con una mayoría simple que ni siquiera tiene (entró con un diputado de más y hoy día está con 44 en minoría) o, último recurso, negarse a presentar ante la reina británica la legislación anti-Brexit, provocando así una crisis institucional que acabaría en tribunales. La debacle total de la ya tocada credibilidad política británica.

 

París duda de la utilidad de un nuevo retraso en el Brexit

La secretaria de Estado francesa de Asuntos Europeos, Amélie de Montchailin, dio alas a los temores de la oposición en su ofensiva contra Boris Johnson al señalar que un nuevo retraso en el Brexit no resolvería el problema y al apuntar que una salida sin acuerdo sigue siendo «una posibilidad muy fuerte».

«No porque un problema sea complicado diluirlo en el tiempo lo va a resolver», señaló, para añadir que «cuando oigo a los británicos pedir tres meses más recuerdo que seis meses más no resolvieron el problema. Necesitamos que nos digan qué es lo que quieren».

El ministro español de Exteriores en funciones e inminente jefe diplomático de la UE, Josep Borrell, abundó en que «quizá la mejor manera de saber qué quieren es convocar elecciones y preguntárselo».

La UE puede verse por tercera vez confrontada a la espinosa cuestión de un nuevo retraso del Brexit.

El segundo retraso en abril provocó difíciles debates en el seno de los Veintisiete. París forzó una reducción de la prórroga que Berlín y Bruselas querían más larga.

Eso sí, los expertos auguran que optaría por una tercera prórroga antes que un Brexit sin acuerdo.D.L.

 

Dominic Cummings, el Rasputín del Gobierno británico

Detrás de Boris Johnson se alza la sombra de Dominic Cummings, su principal asesor y artífice en 2016 de la campaña del Brexit, considerado el Rasputín de la política británica por la desmesurada influencia que supuestamente ejerce sobre el premier.

Nombrado por el líder tory a su llegada al poder en julio, la mano de este oscuro estratega ya se ha hecho notar en los actos del Gobierno, como el cese fulminante en agosto de una ayudante del ministro de Economía, Sajid Javid, que no era de su confianza. También se le responsabiliza de la expulsión el martes de los 21 diputados tories que se rebelaron contra Johnson.

Desde las filas rebeldes se aconsejó a Johnson que «cortara las alas» a su oscuro asistente, que «desprecia a los políticos y el proceso democrático». El aún diputado tory Roger Gale vaticinó que puede hundir al Ejecutivo británico, como hiciera el místico ruso con el régimen zarista de Nicolás II.

Hasta ahora, el experto en comunicación de 47 años era sobre todo conocido por ser la mente que fraguó la campaña del Brexit de 2016, considerada luego engañosa y multada por la Comisión Electoral.

Su nombre resonó cuando en marzo rechazó declarar en una investigación parlamentaria sobre noticias falsas y el uso de datos personales de ciudadanos en aquella campaña. Una de sus notorias afirmaciones infundadas fue que Reino Unido entregaba semanalmente unos 350 millones de libras a la UE, que, dijo, podrían invertirse en la sanidad pública.GARA