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Clamores en Teherán y Bagdad para responder a la muerte de Soleimani

Después del golpe de Washington a Irán con la ejecución del general Qasim Soleimani y otros comandantes de milicias en Irak, la ira contra Estados Unidos se reflejó ayer en los funerales en Bagdad, así como en el lanzamiento de obuses hacia la Zona Verde de la capital iraquí. Pero las miradas de la diplomacia se dirigen hacia Irán y sus cálculos sobre una posible respuesta que pedían los participantes en los funerales y prometían los líderes iraníes.


Decenas de miles de iraquíes participaron ayer en Bagdad en el funeral del general iraní Qasem Soleimani, ejecutado en un ataque estadounidense en Irak que ha colocado a Oriente Medio en el centro de otra escalada bélica.

Unas horas después, al menos dos obuses impactaron en la Zona Verde de Bagdad, donde se encuentra la embajada de Estados Unidos. También tres proyectiles cayeron en la base aérea de Balat, al norte de la capital iraquí, en la que EEUU cuenta con aviación y tropas. Igualmente, fue atacada la base de Al-Kindi, en Mosul.

La ira contra Estados Unidos se mostró previamente en los funerales. Entre gritos de «Muerte a América», la multitud rodeó los ataúdes de Soleimani y de su lugarteniente iraquí, Abu Mahdi Al-Mohandis, líder de las Fuerzas de Movilización Popular, también muerto junto a otras ocho personas en el ataque estadounidense cerca del aeropuerto de Bagdad.

A bordo de varios vehículos, los féretros fueron escoltados bajo una nube de banderas blancas de Movilización Popular y amarillas de Hizbulah.

En los funerales participó el dimisionario primer ministro iraquí Adel Abdel Mahdi, el líder de la facción pro iraní en el Parlamento, Hadi al-Ameri, y el líder oficial de Movilización Popular, Faleh al Fayyadh, así como otros dirigentes de facciones chiíes.

Una vez concluidos, los diez cuerpos fueron trasladados a la ciudad de Kerbala y a Nayaf –lugares santos para el chiísmo– donde se repitieron las manifestaciones de ira y de duelo de los participantes, antes del entierro de Mohandis y del traslado hoy del cuerpo de Soleimani a Irán. El carismático general iraní será finalmente enterrado en su ciudad natal de Kerman.

También en la plaza Palestina de Teherán se gritó «muerte a América», mientras en mezquitas del país se izaba la bandera roja en señal de venganza.

En la capital se congregaron miles de personas para rendir homenaje al militar fallecido entre llantos, cánticos de luto, y gritos contra Estados Unidos. Además, los manifestantes quemaron banderas estadounidenses e israelíes.

«Nuestra respuesta ciertamente irá más allá del lanzamiento de algunos misiles o la destrucción de ciertas bases estadounidenses. Creo que nuestra venganza será la aniquilación de Israel», afirmó Milad Najafi, uno de los manifestantes.

Las promesas de responder al ataque estadounidense llegaron también desde Teherán, donde el presidente, Hasan Rohani, advirtió de que las repercusiones se verán en la región ahora y en los próximos años.

«Los estadounidenses no se dieron cuenta del gran error que cometieron; los efectos de este error los verán no solo hoy sino a lo largo de los próximos años», subrayó Rohani durante su visita a la familia de Soleimani.

El líder supremo, Ali Jamenei ya había reclamado venganza el pasado viernes, aunque esta podría no ser inmediata y Teherán estaría midiendo sus próximos pasos.

El ministro de Exteriores iraní, Mohamad Javad Zarif, advirtió a EEUU que habrá «una respuesta adecuada a la medida de Estados Unidos a su debido tiempo» y el embajador iraní en la ONU, Majid Takht Ravanchi, denunció «un acto de guerra» por lo que añadió que la respuesta será militar.

El portavoz de las fuerzas armadas iraníes, Abolfazl Shekjarchi aseguró que Irán «evitará tomar medidas apresuradas» pero insistió en que la venganza será «aplastante».

Rohani calificó el ataque de EEUU como «uno de los mayores crímenes inolvidables contra la nación de Irán» y recordó al general no solo como un comandante de guerra y un importante planificador de operaciones, sino que también era un político y un estratega excepcional y talentoso».

«Sin duda, si EEUU era odiado antes, hoy es mucho más odiado tanto entre la gente de Irán como entre la de Irak».

También la milicia de Movilización Popular prometió vengar la muerte de su líder, al igual que grupos chiíes iraquíes afines a Irán o el libanés Hizbulah.

Pese a haber atizado la cólera contra Estados Unidos y elevado la tensión en la región, el presidente estadounidense, Donald Trump, afirmó el viernes que ordenó matar al poderoso comandante iraní para «parar una guerra», no para comenzarla.

Horas después del ataque del viernes, Estados Unidos anunció el despliegue de 3.000 a 3.500 soldados adicionales en la región para reforzar la seguridad de los soldados y diplomáticos estadounidenses.

 

Moscú y Pekín transmiten a Irán el rechazo al ataque

Los ministros de Exteriores de Rusia e Irán, Sergei Lavrov y Mohamad Yavad Zarif, concluyeron que «las acciones de EEUU son una flagrante violación de las normas universales del derecho internacional y no contribuyen a encontrar una solución a los problemas que se han acumulado en Oriente Medio», tras una conversación telefónica en la que advirtieron de una nueva escalada de la tensión en la región. El viernes Lavrov ya condenó la operación estadounidense de «liquidación» de un alto funcionario de un país miembro de la ONU en territorio de un tercer Estado y llamó «encarecidamente a Washington a renunciar a métodos de fuerza ilegales para el logro de sus objetivos en la arena internacional».

Zarif habló también con sus homólogos turco, Mevlut Cavusoglu, y chino, Wang Yi. Este último emplazó a EEUU a dejar de abusar de su fuerza y buscar soluciones a través del diálogo. También denunció que el ataque viola las normas básicas de las relaciones internacionales y empeorará las tensiones en la región.GARA

 

Trump ordenó la ejecución que sus predecesores Obama y Bush evitaron

Donald Trump hizo el viernes lo que sus predecesores habían elegido evitar: eliminar al arquitecto de la influencia iraní en Medio Oriente que frustraba la política de Estados Unidos en la región.

Varios presidentes antes que Trump consideraron que matar a Qasem Soleimani, jefe de las fuerzas Quds de los Guardianes de la Revolución y encargado de las operaciones exteriores de Irán, provocaría una guerra en una región donde EEUU ya está inmerso en conflictos en Afganistán e Irak. Pero después del ataque esta semana contra la embajada de EEUU en Bagdad, el presidente estadounidense consideró que merecía la pena el riesgo. EEUU dice tener información «irrefutable», según la cual Soleimani preparaba acciones de envergadura, pero un alto funcionario del Pentágono aseguró que el ataque se llevó a cabo en un momento fortuito. Soleimani «llegó al aeropuerto y tuvimos una oportunidad. De acuerdo a las instrucciones del presidente, lo aprovechamos», indicó.

«Su muerte lo convierte en el líder militar extranjero de más alto rango asesinado por EEUU desde que en 1943 se derribó el avión que llevaba al almirante Isoroku Yamamoto», afirmó Max Boot, del Council on Foreign Relations, en “The Washington Post”, en alusión al oficial japonés que diseñó el ataque contra Pearl Harbor en 1941. Por su parte, Elissa Slotkin, exanalista de la CIA que trabajó en la Casa Blanca y el Pentágono durante los gobiernos de George W. Bush y Barack Obama, hoy congresista demócrata, recordó que esos dos presidentes sopesaron el costo de matar a Soleimani. «Lo que siempre contuvo tanto a presidentes demócratas como republicanos de apuntar al mismo Soleimani era una pregunta simple: ¿valía ese golpe tanto como la probable represalia, y el potencial de empujarnos a un conflicto prolongado? Las dos administraciones para las que trabajé concluyeron que el fin no justificaba los medios. La administración Trump ha hecho un cálculo diferente», indicó.GARA