2021 URT. 07 CRÍTICA «Mi amigo pony» Un canto a la amistad entre humanos y animales Koldo LANDALUZE Nicolas Vanier ha demostrado a lo largo de su filmografía que es un artesano que se encuentra muy cómodo filmando proyectos que tienen en común la idea del viaje iniciático compartido por seres humanos y animales. “El último cazador” (2004), “Lobo” (2009), “Belle y Sebastián” (2013) y su anterior “Volando juntos” (2019) se enclavan en este tipo de filmes denominados genéricamente y muchas veces con connotaciones negativas, como “cine familiar”. Lo cierto es que Vanier ha demostrado en su obra que es un cineasta muy competente a la hora de respetar con pulcritud la máxima que impera en su cine y que se resume en una aventura vital, escenificada en paisajes naturales y en el que la infancia corre pareja a los animales que les acompañan a los protagonistas en su siempre incierta y fascinante travesía. Por todo ello, su nombre fue elegido para colocarse detrás de la cámara en esta adaptación de “Poly”, la serie de libros infantiles escritos por Cécile Aubry que tienen su epicentro en la amistad que comparten una niña con un pony. En esta oportunidad, el paisaje en el que se desarrolla este canto a la amistad son los viñedos del sureste del Estado francés, Beaucastel. A este hermoso rincón llegan desde París una médico recién divorciada que, junto a su hija, reiniciarán su vida en una pequeña localidad a la que llegó un circo. En su difícil intento por aclimatarse a este espacio, la joven protagonista topará con el pony circense al que ayudará a escapar de su encierro tras descubrir que es constantemente maltratado por el jefe de pista del espectáculo. Con estos mimbres, Vanier lleva a buen puerto este proyecto que incluye entre sus virtudes la presencia del excelente actor François Cluzet –con quien Vanier ya trabajó en “La escuela de la vida” (2017)–, que ejerce el rol del bohemio recluido en su castillo y cómplice de la protagonista.