2021 MAR. 09 40 AñOS DE LA MUERTE DE MONZÓN TELESFORO MONZÓN ESTARÍA CONTENTO SI VIVIERA Telesforo Monzón fue un hombre coherente, que demostraba con hechos lo que pensaba, y que no cejó en su empeño de construir un país euskaldun y libre. 40 años después de su muerte, otro bergarés, José Luis Elkoro, perfila la figura de este político. Maddi TXINTXURRETA Telesforo era euskaldun, él tenía un concepto claro de que somos un pueblo y que teníamos nuestra cultura, idiosincrasia y costumbres. Creía que no éramos ni mejores ni peores que otros, pero sí un pueblo con una identidad propia. Pero teníamos un gran defecto. No éramos capaces de emplear nuestra identidad, porque estábamos dominados por España y Francia, y eran ellos los que mandaban. Telesforo estaba muy preocupado con eso». José Luis Elkoro abre las puertas de su casa a GARA para hablar con calma y detalle sobre el histórico Telesforo Monzón en el 40 aniversario de su muerte. El exalcalde de Bergara compartió con él el intento de conseguir la unión de todos los abertzales en Txiberta, aquel fracaso y la esperanza en la creación de Herri Batasuna. Preguntado sobre qué pensaría si viera que el país se encuentra en algunos aspectos como lo dejó –sin independencia, sin unión abertzale y con presos políticos–, afirma que, pese a todos estos aspectos negativos, sería optimista: «Después de cuarenta años, con todos los problemas que ha tenido, la izquierda abertzale ha conseguido salir adelante. Telesforo salió de Txiberta con un desengaño total. No consiguió cumplir su mayor sueño. Pero sacó fuerzas para seguir. Ahora, los que quedamos, tenemos la oportunidad de ver el buen resultado que ha dado esta política. Un proyecto político unido al pueblo y que el pueblo cree en él. Eso le pasaba también a Telesforo. El pueblo creyó en él». Monzón murió tal día como hoy hace cuarenta años en Baiona. El cuerpo llegó a su casa, a la Torre Olaso de Bergara, tres días más tarde, en una ambulancia flanqueada por dos tanquetas enemigas y después de que las fuerzas policiales secuestraran su cuerpo. Un final de trayecto tan sinuoso como el de toda su vida. Monzón nació en una de las familias más pudientes y en uno de los edificios más lucientes de Bergara, la Torre Olaso. Él mismo decía que era «de origen españolista», hasta que un día la estampa de una joven pastora, que cantaba en Gatzaga mientras manejaba a su rebaño, lo convenció. «No sé qué me pasó en aquel momento. ‘Soy abertzale’, me di cuenta». Se afilió al PNV en 1930 y conservó hasta su muerte el sentimiento jeltzale. Cuando llegó el alzamiento de Franco, Monzón fue nombrado por el lehendakari José Antonio Agirre consejero de Gobernación. Tras la caída de Hego Euskal Herria en manos de las tropas franquistas, comenzó un prolongado exilio, hasta que finalmente volvió a Donibane Lohizune, donde vivió casi treinta años en la casa Mende Berri, junto con su esposa, María Josefa Ganuza. Cuando Jose Luis Elkoro fue elegido alcalde de Bergara en 1976, conoció a Monzón con la excusa de reparar el tejado de la Torre Olaso. Se convirtieron en íntimos amigos. El aristócrata mahonero no pudo volver a su pueblo natal hasta un año después, con la Marcha de la Libertad. El germen de una ilusión El edil de Bergara fue uno de los fundadores del Movimiento de Alcaldes y este celebró un multitudinario acto en el centenario de la abolición foral el 21 de julio del 76, cuando, en la posguerra, «no se celebraba ningún acto», recalca Elkoro. «Mucha gente vino porque tenían muchas ganas de hacer algo público después de tanto tiempo en silencio, en la clandestinidad», añade. «En ese acto, Monzón tuvo una gran responsabilidad –cuenta–. Para él fue algo nuevo, ilusionante. No pudo venir, pero María Josefa sí, también la mujer de Jose Antonio Agirre. Vino gente muy importante, todos expectantes y esperanzados, porque la situación que vivíamos entonces en Euskal Herria era ilusionante. Franco se iba, y después de Franco, ¿qué? Había mucha preocupación con qué hacer después de Franco. Y, por otro lado, el pueblo estaba en pie, eran tiempos del Proceso de Burgos, Txiki y Otaegi, las centrales nucleares, ETA, el Movimiento de Alcaldes… El pueblo estaba en pie, vivo, fuerte. Telesforo participó en el acto, aunque no pudo estar ahí, y estrechamos nuestras relaciones con él». Esta demostración de unión y sed de libertad sería el acicate para las posteriores conversaciones de Txiberta. Lejos del PNV, cerca de los refugiados Para entonces, Monzón llevaba años acumulando decepciones y discrepancias con el PNV, que le hicieron distanciarse del partido, aunque jamás dejó de ser jelkide. En una carta recogida en el libro “Telesforo Monzon. Aristokrata abertzalea”, de Pako Sudupe, pocos años antes de presentar su dimisión en 1953, Monzón criticaba así la deriva de su partido: «El PNV lleva camino de convertirse en un Partido Republicano Regionalista Español. Nuestra política exageradamente intervencionista en los asuntos españoles está ya creando y, sobre todo, puede llegar a crear en nuestras propias filas un confusionismo que acabe por apagar o deformar la conciencia nacional de nuestro pueblo». «Él veía que con el PNV sus aspiraciones no se cumplirían. Ya había sido diputado en Madrid y allí vio claramente que no había nada que hacer con Madrid. Tampoco con el PNV. Él era jelkide de sentimiento, pero no estaba de acuerdo con la política del partido y decidió tomar otro camino», relata Elkoro. Telesforo Monzón se fue alejando del PNV para ayudar a la que él consideraba la nueva generación de gudaris, los exiliados de ETA, mediante la asociación Anai Artea. Y valiéndose de sus contactos con unos y otros empezó a pensar en cómo reunir a todos los actores abertzales de la política vasca. Hasta que José Luis Elkoro tocó su puerta. Txiberta Una comisión del Movimiento de Alcaldes, entre los que estaba Elkoro, fue a Donibane Lohizune para hablar sobre la forma de reunir a las fuerzas políticas abertzales con el inquilino de Mende Berri. «Su sueño era que todos los abertzales de Euskal Herria construyeran una fuerza conjunta, fueran de izquierdas, de derechas, de centro o sindicalistas. Pero hacer un bloque todos juntos, porque veía que separados no éramos capaces de nada», explica Elkoro. Y Monzón ya estaba en ello. Había hablado con representantes de ETA y del PNV, y el Movimiento de Alcaldes se encargó de convencer a los demás. Y se hizo. Todas las fuezas abertzales se reunieron en el hotel Txiberta de Angelu pocos meses antes de las elecciones generales españolas, para decidir si presentarse o no a aquella primera cita, pero «había un obstáculo», dice Elkoro. «La gente de ETA de los tiempos de Franco seguía presa. Y veíamos que no nos podíamos presentar sin resolver esta cuestión. Fue un planteamiento fijo que compartíamos todos menos el PNV. Al principio no dijo ni que sí ni que no, se lo tenía que pensar. Al final no nos arreglamos». El PNV no admitió la condición de liberar a los presos para presentarse a las elecciones a raíz del Frente Autonómico que había firmado con el PSOE, que prometió, en palabras del exalcalde de Bergara, «reconocer Euskal Herria con Nafarroa, liberar a los presos, legalizar los partidos políticos, políticas con el euskara». El PNV se presentó a las elecciones, pero nada de eso se cumplió. «Telesforo vio clara la trayectoria del PNV. Y la estrategia del PNV era sacarle competencias a Madrid. [Xabier] Arzalluz y [Manuel] Irujo –jelkides muy cercanos a Monzón entonces– estaban a favor de Txiberta. Arzalluz tenía una gran ilusión. En aquel momento, hicieron declaraciones a la prensa diciendo que era un proyecto muy interesante y que estaban dispuestos a respaldarlo. Pero algunos que tenían más poder en el partido echaron atrás el proyecto. Me acuerdo que, cuando le preguntábamos a Arzalluz por qué sucedió esto, nos dijo: ‘Nosotros nos tenemos que arreglar bien con un partido que tenga fuerza en Madrid, y el PSOE es uno de ellos’», explica Elkoro. Si lo dice, lo hace Txiberta fracasó. Pero lejos de caer en la desesperanza, Telesforo Monzón permaneció firme en sus ideas, proclamándolas con sus magistrales discursos, y siguió activo en la política tras su vuelta a Bergara en 1977. En ese mismo año lo echaron del PNV y al año siguiente dieron muerte a su gran amigo José Miguel Beñaran Ordeñana, Argala. Pero por encima de las miradas de recelo de los jelkides, que le negaban el saludo en su pueblo, y de las amenazas que recibía, empeñó todas sus fuerzas e ilusión en la creación de Herri Batasuna. Un año antes de su muerte, frente al monasterio de Leire, en Nafarroa, prometió que lucharía por la libertad de Euskal Herria, y así lo hizo hasta que falleció el 9 de marzo de 1981, en Baiona. Coherente hasta en los peores momentos Monzón y Elkoro, entre otros, visitaron las sedes de las diputaciones en Bilbo, Gasteiz y Donostia, y no precisamente de modo «cortés», según destaca Elkoro, sino para darles cuenta de que «no eran instituciones del pueblo». En Gasteiz tuvieron problemas, se encerraron en protesta por los abusos policiales y «vinieron los grises». Encarcelaron a Monzón en Langraiz, entonces aún ministro de la Gobernación del Gobierno Vasco y primer candidato al Congreso por Gipuzkoa de HB. Elkoro recibió una llamada que le avisó de que su amigo no se encontraba bien. Se dirigió enseguida con María Josefa Ganuza hacia Langraiz, pero para cuando llegaron Monzón ya estaba en el hospital. No les dejaron entrar. En su habitación había dos guardias civiles, por lo que Monzón emprendió una huelga de hambre para que salieran, lo que terminaron haciendo. Hablaba en euskara con la enfermera. Cuando se lo prohibieron, se negó a pronunciar palabra. «La dirección se puso nerviosa y lo arreglaron enseguida», dice Elkoro: «Telesforo hacía lo que decía. Era comprometido y coherente».M.T.