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CRÍTICA «Guerra de mentiras»

Los que miraron hacia otro lado


A pesar de que llega un poco tarde, esta visión alemana en torno a la gran mentira que se orquestó en torno a las supuestas armas químicas que ocultaba el gobierno de Irak y que sirvió como excusa para justificar una invasión, siempre puede servir como recordatorio de un esperpento trágico. Teniendo presente que la excusa argumentada por los chicos de la foto de las Azores no había por dónde cogerla, tal vez la opción válida a la hora de tratar este episodio haya sido la comedia bufa que se nos plantea en esta realización.

Lamentablemente, el relato planteado por Oliver Keidel y Johannes Naber no logra el resultado esperado, y eso que parte de una premisa interesante y que tiene como objetivo criticar a países que, como en el caso de Alemania, optaron por mirar hacia el otro lado en cuanto Bush junior señaló a Saddam Husseim.

El Servicio de Inteligencia Federal alemán es colocado en el epicentro de una farsa relacionada con un experto en armas bioquímicas, obsesionado con la idea de que Irak oculta un arsenal químico a pesar de que las investigaciones indican todo lo contrario. En su empecinamiento, este peculiar personaje topa con un refugiado político del gobierno iraquí que jura y perjura que él trabajó en uno de esos arsenales secretos.

En esta rocambolesca historia impera lo guiñolesco a la hora de tratar un tema muy serio. Si bien esa opción, la de reírse de algo que derivó en tragedia, puede resultar muy interesante, hay que saber demostrarlo con hechos y, en este sentido, el cineasta Johannes Naber se revela  muy torpe e incapaz de llevar a buen puerto su idea. Tampoco ayuda en exceso el tono plano que emplea en todo el desarrollo argumental y su pobre acabado visual.