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CRÍTICA «Cruella»

Desopilante homenaje a Vivienne Westwood


Si el tío Walt levantara la cabeza se volvería corriendo a su cápsula de criogenización, al comprobar que la Disney actual ha convertido su clásico animado “101 Dálmatas” (1961) en una ópera punk a mayor gloria de la diseñadora Vivienne Westwood. Las nuevas generaciones conocen la ropa transgresora que creó esta mujer, aunque nunca hayan oído hablar de ella, y no sepan que podría ser su bisabuela, porque ya ha cumplido los ochenta años. No me cabe ninguna duda de que de haber existido realmente Cruella De Vil viviría en el Londres del 77, vestiría sus modelos y se movería al ritmo de The Clash, tal como lo manifiesta la antológica banda sonora, que convierte en himno de batalla perruno el “I Wanna Be Your Dog” de Iggy Pop cantado para la ocasión por el actor John McCrea, que interpreta a Artie, el personaje “glam” de la película, en la que también hay mods, rockers o skatalíticos.

Y, tirando del hilo de la moda, “Cruella” (2021) sorprende asimismo como desopilante parodia de “El diablo viste de Prada” (2006), con la gamberra Emma Thompson burlándose del personaje que hiciera famoso Meryl Streep. Ahora bien, el ascendente Craig Gillespie de “Yo, Tonya” (2017), ha tenido a bien tomar prestado del maestro Richard Lester la narrativa musical de su clásico sesentero “The Knack... And How to Get it” (1965), para que Emma Stone pueda inspirarse en la imagen de Rita Tushingam para su rol inocente de Estella, antes de que la City la transforme en la supervillana del título.

Esta Cruella puede ser vista como el reverso femenino del “Joker” (2019) encarnado por Joaquin Phoenix a las órdenes de Todd Phillips. No le va a la zaga en cuanto a bipoloridad y traumas psicológicos de infancia, expresados, eso sí, más en clave tragicómica. Sus secuaces no son tan malignos y parecen miembros de La Pandilla en fase de crecimiento, especialmente Paul Walter Hauser.