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La «tolerancia cero» nórdica con la corrupción y los desayunos de Marin

El «escándalo» por el presunto uso indebido de dinero público por parte de la primera ministra de Finlandia, Sanna Marin, para pagar los desayunos de su familia es la muestra más reciente del intenso escrutinio al que están sometidos los políticos en los países nórdicos.


El «escándalo» por el presunto uso indebido de dinero público por parte de la primera ministra de Finlandia, Sanna Marin, para pagar los desayunos de su familia es la muestra más reciente del intenso escrutinio al que están sometidos los políticos en los países nórdicos.

Gracias a sus avanzadas leyes de transparencia y a una «tolerancia cero» contra la corrupción, los estados nórdicos –a excepción de Islandia– figuran desde hace años entre los siete países menos corruptos del mundo, según el ránking de Transparencia Internacional.

En la región nórdica el listón anticorrupción es tan alto que incluso los casos más leves se consideran un escándalo y pueden acabar provocando dimisiones. Sin embargo, en ocasiones el excesivo celo de la prensa y la opinión pública hace que se sobredimensionen.

Es el caso llamado «aamiaisgate», el «escándalo de los desayunos», que se inició hace dos semanas cuando el diario sensacionalista “Iltalehti” desveló que la primera ministra finlandesa, la socialdemócrata Sanna Marin, ha gastado 350 euros al mes de dinero público en desayunos para su familia. Más tarde se supo que Marin también cargó al erario público comidas ya preparadas, por lo que el gasto total en alimentación pagado por los contribuyentes durante los 17 meses que lleva de mandato asciende a 14.363,20 euros, unos 845 euros mensuales.

Explicaciones e investigación

Marin, que a finales de 2019 se convirtió en la primera ministra más joven del mundo con 34 años, se apresuró a dar explicaciones para intentar calmar a la opinión pública. Según explicó en Twitter, la Oficina del Primer Ministro le informó cuando asumió el cargo de que tenía derecho a este tipo de servicios de cáterin libres de impuestos durante sus estancias en Kesäranta, la residencia oficial. El problema es que la legislación finlandesa regula de forma genérica el uso de la residencia oficial y los servicios que en ella se prestan, pero no especifica los gastos de manutención que corresponden al jefe del Gobierno.

Las cuestiones prácticas quedan en manos de los funcionarios y estos actualizaron en 2019 las directrices sobre el funcionamiento de Kesäranta, en las que se incluía por primera vez el derecho del primer ministro a encargar artículos para el desayuno y comidas frías «por un coste razonable». A raíz de ello, la Policía finlandesa ha abierto una investigación contra los funcionarios que elaboraron esas directrices por si hubieran cometido un delito, aunque ha dejado claro que la primera ministra no es parte de las pesquisas.

Mientras tanto, Marin ha anunciado que va a devolver todo el dinero público que ha gastado en cáterin y ha asegurado que no volverá a utilizar este servicio hasta que se esclarezca si se ajusta a la legalidad.

Casualidad o no, este escándalo ha coincidido con la recta final de la campaña de los comicios municipales de este domingo en Finlandia.

Otro escándalo de la región

Uno de los casos más conocidos en la región es el de Mona Sahlin, figura emergente de la socialdemocracia sueca de finales de los 80, llamada a ser la sucesora de Ingvar Carlsson al frente del partido y ser la primera mujer en ocupar la jefatura de Gobierno en Suecia.

Pero Sahlin acabó dimitiendo de todos sus cargos y no llegó a presentarse en 1995 después de que se descubriera que usó una tarjeta de crédito oficial para compras privadas (aunque luego reintegraba el dinero) por valor de algo más de 5.000 euros como pañales, cigarrillos y Toblerone, marca de chocolatinas que dio nombre al caso. La Fiscalía sueca acabó archivando el caso al no encontrar delito.