2021 EKA. 22 DE REOJO Karma Raimundo Fitero El clima influye de manera especial en la poesía, la gastronomía y en la práctica de juegos de mesa o de deportes elitistas. Ahora hemos descubierto que el karma también forma parte de la configuración físico-emocional de un campeón de golf. Eso asegura Jon Rahm tras ganar el US Open que es uno de esos trofeos que hace que sus ganadores pongan un pie en la escalera que lleva directa al parnaso de los hoyos, los palos y las bolas. De Barrika al cielo, pasando primero por otros torneos y con una dedicación a tiempo completo. ¿Será el clima lo que hace que, en un deporte tan peculiar, este hombretón bizkaitarra ocupe una de las plazas que mantuvo al gipuzkoarra José María Olazabal en los primeros lugares de los grandes? El verde de postal de los campos, la lluvia que no requiere de recursos acuíferos extras más allá de la lógica estacional, una supuesta tradición que los no iniciados desconocen, ya que, por ejemplo, en Lagrán al sur de Araba, hay un campo público de golf que no precisa de ser un potentado para jugar en él. Se habla del golf de manera tangencial, los entrenadores de fútbol Javier Clemente y John Toshack eran unos fanáticos, pero antes Olazabal y ahora Rahm van a dar un nuevo impulso a este deporte que es difícil separar de señores y señoras con posibles, que pasan mañanas al aire libre por, a veces, campos urbanos muy cuidados, dando con un palo a una bola, mientras alguien les lleva sus bolsones y ellos se desplazan en cochecito singular. Mi karma debe andar confuso, retorcido porque mi cuerpo ha estado muchas horas de su vida contemplando en televisión este deporte tan aburrido. Quizás esa frecuencia de acciones panorámicas que acaban con una bola brincando en un césped peinado alrededor de un agujero, ayuden a una meditación intrascendente. El oasis es un campo de golf.