Nuevas noticias de Akistán

El genial Tasio nos ha dejado viñetas sublimes, como aquella referida a la búsqueda de Bin Laden en la que aparecían territorios como Akistán, Akinostán, Talvezestán o Nosesiestán. La victoria talibán en Afganistán y las imágenes impactantes que nos llegan desde allí nos invitan a recordar la invasión de aquel país tras el 11 de setiembre y el discurso con el que se justificó aquella monstruosidad. Y es que se ha pasado de caracterizar a los talibán como una amenaza universal a presentarlos como la garantía de que no se produzcan nuevos ataques «terroristas».

Este milagro se basa en los cambios geopolíticos de nuestro tiempo, claro está, especialmente en las rivalidades por la hegemonía, marcadas por el cuestionamiento del predominio de los EEUU tras la caída del Muro de Berlín, pero nos siguen hablando de libertad y derechos humanos. Los imperios abandonan a su suerte a sus propios aliados cuando cambian las prioridades y se establecen nuevas complicidades, de modo que esta retórica de grandes valores es puro humo con el que ocultar que el pueblo afgano vuelve a pagar la factura.

En Akistán ya no están los enemigos de Occidente porque Occidente ha cambiado de amigos. Ya lo hizo una vez, porque Osama Ben Laden fue un aplaudido defensor de la libertad contra la Unión Soviética antes de convertirse en el villano número uno del mundo, y vuelve a hacerlo ahora. No sé si alguien es capaz de predecir qué ocurrirá en los próximos años en aquel país, pero no parecen advertirse motivos para la esperanza. Eso sí, crecerá la propaganda para convencernos de la superioridad occidental frente a la «barbarie» fundamentalista. El mensaje, en resumen, vendrá a ser algo así como «qué suerte tenemos de vivir en el mundo libre». Y, seamos realistas, muchísima gente lo asimilará con satisfacción; cambian los tiempos, pero la tentación de verse como un alma bella es siempre muy seductora.