2022 API. 28 CRÍTICA «Arde Notre Dame» Fuego y caos Koldo LANDALUZE Lo único que nos descubre Jean-Jacques Annaud en esta su última película es que se encuentra a distancia sideral de su mejor momento. El firmante de títulos como “El nombre de la rosa” da muestras de sentirse encorsetado en su empeño por ensalzar a quienes pelearon ferozmente contra las llamas para evitar una catástrofe mayor en la catedral parisina. Cinematográficamente, “Arde Notre Dame” no aporta gran cosa y, al igual que Oliver Stone en “World Trade Center”, elige –de manera mucho menos ampulosa– la opción de rendir homenaje a los bomberos y, de paso, lanzar una dura crítica a las situaciones caóticas relativas al tráfico y la masificación que a punto estuvieron de reducir a cenizas el edificio y poner en mayor riesgo todavía la vida de los heridos que dejó el incendio. A este coro también se suma la mala leche que le provocó al cineasta la manía globalizada de los selfies inoportunos y los posados ante la cámara en los que se priorizó la imagen a la necesidad de aportar ayuda. Annaud introduce la cámara en las entrañas de una arquitectura que gime su dolor entre crujidos y fuego, en momentos logra mantener la tensión y la angustia ante escenas en las que se palpa el peligro, pero todo queda en un incómodo territorio de nadie y, lejos de apostar por la experimentación de corte documental, tal y como lo hizo en su magnífica “El oso”, se ha decantado por un proyecto apático y que está más cerca de ser una típica película de catástrofes que un filme con las connotaciones sociales que se intuyen al comienzo del filme y en su recta final. La fotografía de Jean-Marie Dreujou y la pericia que el director demuestra en algunos episodios moviendo la cámara, figuran entre lo más relevante de un filme que, al menos, elude los discursos rimbombantes relativos al heroísmo de los bomberos, cosa que, sin embargo, no hizo Oliver Stone en su personal relato del 11-S.