2022 EKA. 07 CRÍTICA «Maigret» Aves de presa en un París de posguerra Koldo LANDALUZE El cineasta Patrice Leconte sabe desenvolverse muy bien entre los entramados narrativos de Georges Simenon. Tras rodar hace más de treinta años la adaptación de la novela “La prometida del señor Hire”, que fue titulada “Monsieur Hire”, un trabajo literario que el propio Simenon incluyó en su catálogo de “novelas duras”, ha trasladado en esta ocasión para la gran pantalla un caso protagonizado por el personaje más conocido de Simenon, el comisario Jules Maigret. En este retorno al imaginario literario del escritor, también topamos con el afortunado reencuentro con un Gérard Depardieu que vuelve a recordarnos lo gran actor que una vez fue dotando al personaje central de una dignidad crepuscular acorde a la narración. Depardieu, literalmente, acapara por completo la pantalla y se descubre cansado en el largo periplo callejero que recorre y alejado, por problemas de salud, de su inseparable pipa. Entre sofocos y miradas incisivas, el policía asume su presencia otoñal en un París azotado por la posguerra, un paisaje en el que anidan las aves de presa y carroñeras que encuentran en la clase obrera más castigada, todo un filón. En concreto, los objetivos se centran en jóvenes de familias obreras que, seducidas por el dinero y los sueños imposibles que regala a destajo una clase alta sin escrúpulos, se convierten en víctimas sobre el empedrado nocturno de París. “Maigret” es un filme con empaque tanto estético, interpretativo y visual. Un trabajo de corte clásico en el que, como decíamos antes, Depardieu domina a la perfección metiéndose en la piel del policía gruñón que nunca destacó por su inteligencia, sino por sus dotes para la observación de la conducta humana. Laconte jamás pretende reinventar al protagonista, respeta los códigos de Simenon y recrea en la pantalla una película con ribetes expresionistas y profundamente melancólica.