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CRÍTICA «Las gentiles»

Las jóvenes del agua


Tras propuestas tan personales como “Astronautas” (2003) y “Cabeza de perro” (2006), Santi Amodeo se ha inspirado en nuestra realidad más cotidiana y cercana para desarrollar un retrato generacional en el que la conducta de los adolescentes se dicta o sentencia a través de Instagram y el resto de redes sociales.

Esta crónica, que bien podría ser negra si nos atenemos a lo que en ella ocurre, orbita en torno a las vivencias y complicidiades de un grupo de jóvenes que comparten clases de instituto, botellones y demás territorios evasivos. En su búsqueda de nuevas cosas que despierten su interés o les llevé más allá de una mecánica cotidiana que les provoca hartazgo, las protagonistas toparán con otro grupo de adolescentes que han encontrado en lo extremo del suicio una excusa para aliviar el tedio, un juego en el que, en su opinión, impera lo trangresor en un mundo poblado por zombis. Con estos mimbres, Amodeo ha creado un filme que visualmente saca partido a sus 16 mm y que capta una sevilla de barriadas y riadas de tráfico, un lugar poco común que nunca asoma en las guías turísticas. A la buena labor técnica se suma el trabajo de un reparto liderado con acierto por África de la Cruz y Paula Díaz.

Emparentada con películas como “Las vírgenes suicidas” de Sofia Coppola, “Las gentiles” elude en todo momento enjuiciar la conducta de sus personajes y para ello, el director adopta una perspectiva que a ratos resulta distante y en otras todo lo contrario. La poética también juega un papel decisivo en la narración, sobre todo cuando se sirve de ciertos elementos que –como en el caso de la utilización del agua– describen las sensaciones y emociones que anidan en los personajes.

Otra decisión acertada por parte de Amodeo es la de jugar en territorios neutrales que ratos coquetean con lo real y en otras con lo fantástico o, mejor dicho, con lo virtual.