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MAD HEIDI

No apta para intolerantes a la lactosa


Gracias a una precampaña con falsos teasers al estilo de los que hicieron en su día Quentin Tarantino y Robert Rodríguez como homenaje a las sesiones de programa doble, este proyecto logró recaudar más de tres millones de euros mediante el micromecenazgo, con aportaciones de frikis de todo el mundo que querían ver acabada semejante propuesta irreverente. Puede que el resultado no les haya parecido tran transgresor como habían imaginado, pero “Mad Heidi” (2022), viniendo de donde viene, no puede ser más políticamente incorrecta. Para empezar porque atenta contra el clásico literario de Johanna Spyri, convirtiendo a Pedro en un elaborador ilegal de queso de cabra y a Heidi en una líder revolucionaria encarcelada al lado de un reclusa llamada Klara. Y es que la idílica vida de la pastora se ve rota por el acceso al poder del dueño de las industrias lácteas y mayor fabricante de quesos.

La película es una descacharrante parodia del Heimatfilm partiótico de la posguerra, que en las películas suizas mostraba sus paisajes más buscólicos. El bombardeo de referencias al queso suizo se vuelve constante, hasta el punto de que en su versión “fondue” es utilizado para las torturas abrasivas, dentro de la persecución que el dictador Meili lleva a cabo contra los intolerantes a la lactosa. Más que una cinta gore, “Mad Heidi” (2022) es una gamberrada psicotrónica, que sus autores han bautizado con humor como “swissplotation”, si es que en los años 70 u 80 hubiera podido existir en Suiza una industria alternativa de películas de bajo presupuesto. Las caricaturas son alocadamente divertidas, con la actriz de origen valenciano Alice Lucy destruyendo mitos infantiles, y con el holandés Casper Van Dien oficiando de tirano tirolés.