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DE REOJO

Acumulador de frustraciones


Es un mérito incalificable tener tantos títulos como ausencias. ¿Por qué compramos libros si sabemos que no los vamos a leer ni a quién se los regalaremos, pues la atención está puesta en otros menesteres que se venden, metadona de la gran adicción que es crearse mundos imaginarios a partir de las palabras que se encadenan y crean realidades diferentes a nuestra cotidianeidad? Si hago otra pregunta tan retorcida como la anterior me van a dar una medalla al tonto más creído del barrio de las letras, las sílabas y las palabras agnósticas.

Cada vez que leo, escucho, veo, siento las exaltaciones patrióticas a partir de los resultados futbolísticos entro en un proceso de redefinición autónoma. Me saltan los fusibles y entran en funcionamiento las pilas retroalimentadas de olvidos, negaciones, ausencias y defensas de ajedrez. No puedo recordar ahora un poema que le escribí en mi primer fervor amoroso a Rufina. Seguro que serían ripios terciarios, junto a evocaciones marianas con estallido de olor de cirios. No me sale la figura literaria, ni hipotecaria, ni siquiera mecánica que define esa tendencia a utilizar un lenguaje grandilocuente y mayestático que irrumpe en el frontal de la cavidad cerebral como un grito de guerra. Camerún gana a Brasil, es un titular totalitario. Fueron los jugadores de la selección camerunesa quienes ganaron a los seleccionados brasileños en un partido de la fase de grupos del campeonato del mundo de fútbol en Qatar.

Tengo el acumulador de frustraciones lingüísticas, generacionales, estéticas y futbolísticas repleto. No cabe ni una más.