Soterramiento y evidencia

Los cabezotas hemos triunfado. «Sólo» lleva acento con el consentimiento de la RAE para diferenciar del «solo» de la soledad, qué solo estoy, tan solo y en tu compaña. No hace falta que me pida perdón nadie. Comprendo que la RAE dicta sentencias como los jueces prevaricadores, que los insumisos no estamos muy dispuestos a cumplir si se trata de soterrar nuestros convencimientos básicos, pero que muchos correctores con el manual en la mano están dispuestos a cumplir sin rechistar. Viva el libre albedrío.

Resulta que un historiador de fama continuada por su constancia y capacidad para estudiar los tiempos pasados, Ángel Viñas, asegura en una entrevista que «los partidos de derecha son herederos soterrados del franquismo». ¿Soterrados? ¿Dónde ve el soterramiento? Yo veo transmisión directa de conceptos, nombres, cargos, bigotes y titulaciones. El tiempo de camuflaje ha terminado. Ahora la evidencia es de una rotundidad catastrófica. Recorramos todo el organigrama del Estado o Reino español y todo es heredado. Desde la corona con doble entorchado, pasando por la cúpula judicial, el Ibex35, los equipos directivos de los partidos de la ultraderecha española y alguna periférica, la propia RAE, los árbitros de fútbol y los menús de carretera, todo está volviendo a dejar ver en primer plano los yugos, las flechas, el palio de la jerarquía católica, los camisas pardas y las policías políticas y represivas. Si estuvo soterrada esta herencia, ahora luce en autopistas y pasos elevados. Sin complejos. Y sin que nadie ejerza autoridad contundente contra estos vestigios antidemocráticos.