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La presión de París y su alianza nuclear complica la cumbre sobre energía

Los ministros de Energía europeos mostraron sus fuertes diferencias sobre el reconocimiento de la energía nuclear como medio para producir hidrógeno libre de carbono. París y su «alianza atómica» reforzaron su ofensiva a favor de la energía nuclear, mientras que Viena aglutinó a sus detractores, que insisten en limitar el reconocimiento solo a las renovables.

La ministra francesa de energía, Agnés Pannier Runach, en la cumbre de Bruselas. (Kenzo TRIBOUILLARD | AFP)

Una referencia al hidrógeno «bajo en carbono», un eufemismo para solapar que se produce con electricidad procedente de la energía nuclear, aumentó las discrepancias entre los Estados miembros de la Unión Europa en la que los titulares de Energía debatieron la reforma del mercado eléctrico, la adecuación de las redes de gas o la ley de renovables.

Aprobaron la legislación destinada a adaptar las redes de gas al desarrollo del hidrógeno y el biometano, con sus incentivos para inversores, productores y consumidores.

Pero no se vislumbraba ningún compromiso con respecto a la ambiciosa ley sobre energías renovables, que el Consejo (Estados miembros) y el Parlamento Europeo deben culminar hoy y que señala los objetivos de hidrógeno «renovable» a alcanzar en el transporte y la industria.

Como el texto acordado sobre el gas no menciona el «hidrógeno rosa», el obtenido con energía atómica, París pretende que la energía nuclear compute en los nuevos objetivos de generación renovable para los países.

El Estado francés, en alianza con otros doce Estados, busca así financiar el amplio parque nuclear francés. Defienden la nuclear como una fuente de energía «libre de carbono» y una «tecnología estratégica para lograr la neutralidad climática». Y pide que el hidrógeno renovable se trate igual que el producido con electricidad de origen nuclear.

Al mismo tiempo, la ministra de Austria, Leonore Gewessler, reunió ayer a sus homólogos de otros diez países, la mayoría de los cuales cuestionan que la atómica pueda ser una tecnología «verde», para discutir el desarrollo de energías renovables. Gewessler insistió en que la directiva existente es solo para renovables. «Podemos intentar encontrar una solución para los franceses, pero la energía nuclear no es verde, ¡lo siento!», exclamó su homóloga española, Teresa Ribera. «Se necesitan entre 12 y 18 años para construir una nueva central nuclear (...) Estas colosales sumas deben invertirse ahora en energía solar y eólica para que tengamos una oportunidad en la lucha climática», agregó el luxemburgués Claude Turmes.

París quiere que los Estados puedan elegir sus métodos para alcanzar los objetivos climáticos sin precondicionar con qué tipo de energía, y no le hizo ninguna gracia el plan de la Comisión Europea para impulsar las industrias verdes. Bruselas mencionaba allí la energía nuclear, pero sin otorgarle las ventajas financieras que ofrece a las renovables. La ministra francesa, Agnés Pannier-Runach, advirtió de que no incluir la nuclear puede abrir «una brecha de competitividad» con EEUU.



También en el mercado eléctrico

La cuestión nuclear tiñó también el debate sobre la reforma del mercado eléctrico propuesta por la Comisión. No tiene intención de tocar el mercado mayorista donde los precios diarios están supeditados a los costes del gas -y prorrogará la excepción ibérica-, pero quiere desarrollar contratos a largo plazo, aplicables a las energías renovables y nucleares, para suavizar las facturas de los productores y fomentar la inversión. Bruselas quiere imponer el uso de contratos a precio garantizado por el Estado (CFD) en caso de ayudas públicas para cualquier nueva inversión en «energías libres de carbono», incluidas las centrales nucleares existentes. París, muy satisfecho, lo ve como una forma de respaldar la financiación de su parque nuclear, mientras que Berlín y sus seis aliados pedían CFD estrictamente reservados para nuevas infraestructuras renovables.GARA