2023 ABEN. 28 JOPUNTUA Lo vamos dejando Txoli MATEOS Socióloga Debería dejar el café?» le preguntó a la foniatra una mujer cuyos problemas digestivos le estaban afectando a las cuerdas vocales. «Chica, no lo dejes, porque lo vamos dejando, lo vamos dejando... y dejamos de vivir», le contestó esta. Esa es la dinámica de mucha gente al llegar a una cierta edad: dejarlo. Dejar de viajar, dejar de conducir, dejar de quedar con los amigos, dejar de comprometerse políticamente… y construirse una burbuja donde, curiosamente, la única información que consigue traspasarla es la relativa a las dietas supuestamente saludables, que nos van a salvar de la enfermedad y la muerte, y a lo insegura que es la sociedad moderna. Fuera de nuestra zona de confort, no hay más que peligros. Nos alarman el frío, el calor y hasta la erupción de volcanes, aunque los fenómenos se estén dando a miles de kilómetros de donde vivimos. El miedo se instala en nuestras vidas. Y nos adelantamos tanto a lo que puede pasar, que nuestro miedo a la muerte se convierte en miedo a la vida. Y que conste que no propongo la hiper-actividad o el desfase cotidiano como formas de vida. Es más, reivindico el derecho al silencio, a la soledad y a la quietud, algo que puede ser privilegio de una minoría. Hoy en día, se habla, por ejemplo, de la sociedad del cansancio, producida por la ultraproductividad del sistema capitalista, o de la sociedad líquida, en la que las instituciones y relaciones sociales son efímeras, no sólidas. Ayer le oí decir a una señora que, viendo las noticias, tenía la sensación de que se iba a acabar el mundo. Deberíamos reflexionar más sobre la sociedad del miedo. Y no estoy hablando de la mafia calabresa o de la masacre de la población en Gaza. Estoy hablando del catastrofismo existencial que nos acecha precisamente a los que mejor vivimos. Del miedo a la vida no sale nada bueno, ni creativo, ni transformador. De ese sentimiento se alimenta el conservadurismo, la xenofobia, la desconfianza generalizada y, sobre todo, la tristeza. Atzo andre bati entzun nion, albisteak ikusita, mundua amaituko zen sentsazioa zuela. Beldurraren gizarteari buruz gehiago hausnartu beharko genuke