En el espejo mágico

Cada rueda de prensa o acto electoral del Donald Trump nos devuelve la imagen que muchos nos hemos formado desde el final de la Segunda Guerra Mundial sobre qué significa, representa y convertido EEUU. Es un espejo mágico porque vemos con nitidez lo que es esa maquinaria militar imperialista para esquilmar el mundo, para agrandar su dominación y repartir por el globo una supremacía capitalista impuesta a sangre y fuego.

Los fans capitalistas repiten sin apenas criterios racionales que se trata de la primera democracia del mundo y no lo es ni por su instauración en el tiempo, ni por sus contenidos, ni por sus fórmulas de funcionamiento. Si un expresidente que propició la toma de la sede donde reside en teoría la soberanía popular, el Capitolio, porque renegaba de los resultados electorales que lo apartaban de la Casa Blanca, dice todo lo que dice sobre su sistema jurídico, sobre la vulneración de sus derechos y a las horas de ser condenado recibe por cuestación popular más de cincuenta millones de dólares para su campaña electoral que le llevará, probablemente, a su segundo mandato, estamos ante los hechos que demuestran que es cierto lo que dice Trump, esa descripción de un Estado fallido.

La intranquilidad global está asegurada Su oponente será Joe Biden, que es todo menos una esperanza. Su mandato es terrible por su afición guerrera. Anuncia un supuesto plan de paz para Gaza. Escrito por Israel. Se define mejor como trágala. Pero si, al menos, se para la masacre, respiraremos durante unas semanas. En cambio, para Ucrania receta más madera.