2024 UZT. 19 DE REOJO Tono duro Raimundo FITERO Una fotografía tomada en el hemiciclo de la cámara baja española nos descubre que a Núñez Feijóo le escriben sus discursos, se los imprimen en una tamaño de letra respetable y que, además del contenido, le marcan la manera de expresarlo, el tono, que es lo importante en una actuación ante el público, sean diputadas o sean esos miles de telespectadores aficionados a estas representaciones que lo siguen en directo por afición o por omisión. Es lógico que los dirigentes y portavoces de los partidos con más recursos tengan asesores, redactores especializados, guionistas de monólogos, entrenadores para la expresión vocal y la gestualidad, pero en este caso se puede llegar a la sospecha de que existe un equipo que marca las estrategias y que induce a sus portavoces a utilizar un tono beligerante que impida atravesar cualquier estado valle en la confrontación partidista. Esos papeles, anotados, subrayados y con un imponente texto en mayúsculas abriendo que reza «TONO DURO», es una prueba irrefutable de su insignificancia. Con Feijóo la sospecha está muy fundada, al igual que con Ayuso, porque siempre leen sus intervenciones. No es que tengan apuntes, es que leen, repiten lo escrito y si no se fijan bien cometen errores de bulto. Eso hace que sus intervenciones parlamentarias sean absurdas, que se instauren en el trabajo presencial en modo ausente, sin escuchar al interviniente, y que diga lo que diga el otro, ellos o ellas lean lo escrito, venga a cuento o sea solamente una parte del discurso reiterativo para instalarse en la realidad prefabricada desde la injuria o la mentira.