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EL CUERVO

Un reinicio innecesario


Prometía ser una visión renovada de la trágica historia de amor y venganza que cautivó a los espectadores en los años 90; su estética visual, las secuencias de acción bien ejecutadas y el diseño de producción son sus puntos más positivos, pero el resultado final deja mucho que desear.

Desde el comienzo, la película lucha por encontrar su propia identidad, pareciendo más un intento desesperado de capitalizar la nostalgia que un esfuerzo por contar una historia convincente. La primera parte es tremendamente tediosa; pasa demasiado tiempo dedicado a las presentaciones.

Rupert Sanders, en su afán de rendir homenaje al original y al mismo tiempo modernizar la historia, termina haciendo una mezcla de elementos ya vistos, sin una voz o visión clara que la distinga. El impacto emocional que debería tener una trama de venganza tan personal se diluye por apoyarse demasiado en clichés del cine de acción y fantasía oscura. La película se limita a una serie de escenas de acción que, aunque visualmente llamativas, carecen de sustancia. La narrativa es lineal y predecible, carente de la profundidad, y el simbolismo que hicieron de la versión original un hito del cine gótico. En lugar de ofrecer una reinterpretación innovadora, la narrativa sigue caminos trillados que no aportan nada nuevo al género.

Bill Skarsgård me parece un actor extraordinario; está claro que no va a ser recordado por éste papel, pero lo da todo y se nota.

La interpretación de FKA twigs, por el contrario, no llega ni al aprobado.

Una historia carente de emoción, personajes poco desarrollados y una dirección que se enfoca en la apariencia en lugar del contenido.