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DE REOJO

Atardecer africano


Tan cerca y tan lejos. África es el continente de un futuro que se imaginaba esplendoroso que está sufriendo un presente agónico y violento debido a descolonizaciones fraudulentas y nuevos métodos coloniales debido a la práctica de extracción de materias primas a base de corrupción y militarismo. Esos cayucos, esas pateras, esas personas que llegan a las costas de la Europa mediterránea o atlántica huyen de guerras que no se reconocen globalmente y que responden a intereses oscuros de empresas y países que intentan aprovechar esas situaciones para hacerse con el botín de minerales escasos a precios de ganga.

En los informativos todo se tiñe de ideología anti migratoria, se deshumaniza a quienes se atreven a hacer miles de kilómetros buscando una vida mejor y se oculta o se ignora voluntariamente los conflictos existentes en países que sufren sequías pertinaces o guerras que afectan a todo el cuerpo social. En Sudán, uno de los países más grandes de África, existe una guerra que está provocando millones de muertos. La cantidad de desplazados es inmensa, la situación de sus ciudades imposible, los dos bandos en conflicto están alimentados militarmente por potencias extranjeras. Todas buscan sus réditos. Se teme que esta guerra se extienda a los países limítrofes.

Por eso leer que en Namibia con motivo de la sequía se van a sacrificar setecientos veintitrés elefantes, cebras y búfalos para alimentar a la población se incrusta en nuestro caudal analítico para helarnos los glóbulos humanitarios que nos faltan para actuar en este atardecer africano.