2024 ABEN. 04 ONE CLUB MAN, ONE CLUB ‘ZIO’ Giuseppe Bergomi recibirá hoy en San Mamés el premio que otorga el Athletic -el equipo recibe al Real Madrid, 21.00- por una carrera comprometida totalmente con el Inter de Milán, el equipo de su vida. Este es un retrato por parte de un hincha del Milán, rival máximo, que sin embargo ha tenido siempre el máximo respeto hacia él. Giuseppe Bergomi, con la camiseta de la selección de Italia, junto al argentino y ya fallecido Diego Armando Maradona, charlando con el colegiado durante las semifinales del Mundial de 1990. (WIKIMEDIA COMMONS | PUBLIC DOMAIN) Alessandro RUTA Soy milanista, un rossonero. Para los de mi edad, cuarentones o así, los mitos son Baresi, Maldini y otros que no han sido ‘One club man’ pero que han marcado la historia del Calcio, desde Savicevic a Shevchenko, de Pirlo a Van Basten. Al otro lado de «la frontera», al otro lado del Naviglio como decimos, en la ciudad de Milán existe el Internazionale. Las relaciones entre los dos equipos se han mantenido siempre cordiales, por encima de los chistes y burlas el lunes después de los partidos, en el bar o en el trabajo. Y el símbolo del Inter en toda mi infancia e incluso adolescencia era ‘Lo Zio’ Bergomi. Su verdadero nombre es Giuseppe, Beppe para todos, y hoy va a recibir en San Mamés un merecido premio ‘One club man’, por toda una vida, futbolísticamente hablando en la ‘Beneamata’. El capitán de los rivales. TÍO BERGOMI Probablemente Beppe, hoy estimado comentarista técnico de los partidos de la Serie A, en algún punto de su carné de identidad tenga anotado: «La gente me conoce como Lo Zio». Es decir, ‘El Tío’, en el sentido de hermano de la madre o del padre. Este mote, sinceramente perfecto, se lo debemos a Giampiero Marini, compañero en el Inter y luego en la selección, que en 1981, cuando vio a este chaval entrenarse con el equipo por primera vez, le dijo: «¿Y tú tienes 17 años? ¡Pero si te pareces a mi tío!». Aquel bigote grueso, y las cejas bastante «evidentes», daban al joven Giuseppe un tono de mayor. Pero en realidad Beppe era un chaval simple, huérfano de padre con apenas 16 años, nacido en un pueblo al sur de Milán, tirando ya hacia la campaña, la llanura y la mítica Bassa: un pueblo llamado Settala. Un chico que estaba listo muy pronto pero fue descartado por el Milan (al revés ocurrió con Franco Baresi) y quedó enseguida en el punto de mira de los observadores del Inter, cuando no existían algoritmos o vídeos de recomendación y había que ver la potencial cantera desde cerca, a pie de césped o de arena. Y así llegó, con número en la espalda, el 2, que caracterizaría a Bergomi desde su primer día con los nerazzurri hasta su retirada: veinte temporadas, 757 partidos, 28 goles y el brazalete de capitán, sobre todo. Un jugador que ha sido la quinta esencia del estilo defensivo italiano. ‘Lo Zio’ también es uno de los rostros más destacados en la historia de la selección azzurra. Ha jugado cuatro veces la Copa del Mundo y, además, ¡sin haber jugado un solo partido de clasificación! La razón es simple de entender. En 1982 fue convocado por primera vez para uno de los últimos amistosos antes del Mundial, en 1986 Italia no tuvo que ganarse el puesto al haber sido Italia la campeona, en 1990 el Belpaese organizó la Copa por lo que quedó clasificada de oficio, y en 1998 fue «repescado» justo en la víspera del torneo en Francia. No estuvo en 1994 porque el entonces seleccionador, Arrigo Sacchi, no veía adecuado a un defensa old style como Bergomi. En esos cuatro Mundiales ‘Lo Zio’ ha perdido un solo partido de los 16 que ha jugado, el de octavos contra Francia en 1986 (2-0). Por lo demás, como mucho ha sido derrotado en los penaltis, en 1990 contra Argentina y en 1998 contra Francia, otra vez. Así, nunca perdió. Empezando por su debut en un Mundial, en «El Partido», aquel Italia-Brasil el 5 de julio de 1982 en el estadio Sarriá de Barcelona, un 3-2 contra todo pronóstico para los azzurri con hat-trick de Paolo Rossi. Corre el minuto 34, se lesiona el titular Fulvio Collovati y el seleccionador Enzo Bearzot, sin dudarlo, se gira hacia el banquillo: «Ragazzo, scaldati». El ragazzo, el chaval, es Bergomi. Beppe tiene que calentar de prisa y saltar al campo para marcar a Serginho, el delantero centro de Brasil. Está tan desorientado que no consigue atarse los cordones de sus zapatos, hay una imagen de Cabrini corriendo hacia él y darle una pequeña torta para espabilarlo. El caso es que Bergomi, con sus poco más de 18 años, tiene que atrincherarse con sus compañeros contra uno de los mejores Brasiles de la historia. A Beppe le dicen solamente una cosa: «Que Serginho no se gire». ¿Y Bergomi qué hace? Lo anula en el campo. El siguiente partido, la semifinal contra Polonia, lo mismo, pero con Lato, «perro viejo» del área. Acaba en la final como titular y le toca enfrente Rummenigge, dos veces Balón de Oro en 1980 y 1981: su futuro compañero de equipo en el Inter acabará también anulado. Fuera de moda pero fundamental Aquello era el estilo italiano. Siguiendo con la final del Mundial de ‘Naranjito’, en 1982, el 2-0 de Tardelli es todavía hoy un manifiesto del Calcio, un poco del catenaccio también. Recuperación del balón en área propia por parte de los azzurri y contra rápida hasta que en el área alemana se encuentran dos defensas, Scirea y Bergomi, pasándose el balón hasta de tacón. Cuando Beppe ya no sabe qué hacer, sirve a Tardelli en el balcón del área, que con un zurdazo anota... y lo demás es historia. Capitán en la Copa del Mundo de 1990, fue muy curiosa la manera con la cual volvió a vestir la camiseta azzurra en 1998, después de siete años de ausencia y con el cambio radical del fútbol. Beppe había protagonizado una temporada excelente con el Inter de Ronaldo, «el Fenómeno», solamente una persona podía seleccionar a ‘Lo Zio’, uno de los pocos entrenadores de la vieja escuela: Cesare Maldini, que en 1982 había sido el segundo de Bearzot. Convocado para Francia 1998, aprovechó una grave lesión de Nesta en el tercer partido contra Austria para volver a pisar la cancha, ejerciendo de líbero. Y fue como si nada hubiese pasado, siempre liderando la defensa, ahora como hombre de enorme experiencia, y no como ragazzo: mucho más ‘Zio’ que anteriormente, pero siempre ‘Lo Zio’.