La creciente obviedad

Y de repente vuelve el beso que desencadenó una crisis. Jennifer Hermoso ha declarado en el juicio con aplomo, seguridad y credibilidad expositiva. Su parte es la narración de lo obvio. De lo presenciado por el mundo entero. Ha añadido detalles, comentarios actitudes que la atormentaron durante los días, semanas y meses posteriores. A ella y a todo su entorno. Hubo una consigna emanada de la presidencia de la RFEF para intentar dejar el abuso o agresión en algo consentido, en un acto eufórico. Y se utilizaron métodos mafiosos, capciosos, amenazas, coacciones de toda índole.

Volver a esta página de la historia reciente del reino de España acompaña a un lunes en los que Ayuso y Feijóo han decidido competir en idioteces con Trump. Necesitan de manera urgente espacio en la esfera de la estulticia, el mal tono. Tiene urgencia para dejar constancia de que no son otra cosa que parte de una maquinaria con una exagerada falta inteligencia política práctica que se dedica a subsistir en el barro. Se han levantado viendo que sigue creciendo en la lucha demoscópica su amiguito Santi, el pistolero de Amurrio y se han puesto muy nerviosos.

De todas las obviedades que crecen ante nuestras narices, la de la insignificancia de algunos presuntos líderes es de una nitidez asombrosa. Al igual que los delirios de Donald Trump y sus decretos, subidas de aranceles, amigos descerebrados y consecuencias en las bolsas y en su propia economía forma parte de un plan de destrucción de unos principios generales que provocará que se despierte una conciencia contra de tal deriva autoritaria.