2025 URR. 05 GAURKOA El multilateralismo no es el futuro, ya está aquí Raúl ZIBECHI Periodista {{^data.noClicksRemaining}} Artikulu hau irakurtzeko erregistratu doan edo harpidetu Dagoeneko erregistratuta edo harpideduna? Saioa hasi ERREGISTRATU IRAKURTZEKO {{/data.noClicksRemaining}} {{#data.noClicksRemaining}} Klikik gabe gelditu zara Harpidetu {{/data.noClicksRemaining}} Para saber hacia dónde va el mundo hay que seguir el rastro del dinero. Luego, cómo evolucionan la producción material y las máquinas de guerra. No se trata de un orden estricto o jerárquico, sino una aproximación que nos permita intuir el futuro en medio de las turbulencias actuales. La encuesta de la multinacional británica de gestión de activos Schroders, entre más de mil expertos que gestionan billones de dólares en activos, obtuvo resultados sorprendentes: el 64% considera que el mercado de Europa es el que traerá mayores retornos, seguido por el 56% que se decanta por el mercado chino o el japonés, frente a solo el 30% que apuesta a Estados Unidos y el 19% que confía en el Reino Unido (“El Economista”, 26/09/2025). La encuesta es multirrespuesta, de modo que los porcentajes superan el 100%. Parece evidente que los capitales están desertando de Wall Street, a pesar de la guerra de aranceles de Trump, o quizá a raíz de ella. Se sabe que el capital es cobarde, teme los riesgos y apenas huele problemas, pega la estampida. Aparece aquí un dato estructural mayor: la confianza en Europa y en China duplica la que tienen con el país que sostiene el sistema. El 7 de septiembre, “Sputnik” publicó el ranking de los diez país con mayor volumen de transporte de contenedores. Lidera China con 301 millones de TEU (unidad de medida equivalente a 20 pies), seguido por Estados Unidos con 55 millones de TEU. La diferencia es tan notable que no merece comentarios. El CEO de la empresa Nvidia, vanguardia mundial en chips, asegura que «China está nanosegundos detrás de Estados Unidos», o sea que están empatados pero que la tendencia es a que el Dragón supere al Águila (“South China Morning Post”, 28/9/20285). En cuanto a la cuestión militar, el medio especializado “Military Watch” acaba de publicar que «la Armada del Ejército Popular de Liberación (EPL) de China se ha convertido en el primer servicio del mundo en integrar aviones de combate de quinta generación en un portaaviones de próxima generación, con sistemas de lanzamiento por catapulta electromagnética» (28/9/2025). El Fujian es uno de los dos únicos buques con un sistema de lanzamiento por catapulta electromagnética, junto con el portaaviones más capaz de la Armada de los Estados Unidos, Gerald Ford. Además China puso en servicio su primer caza de quinta generación, el J-20, solo seis años después de su primer vuelo, mientras que los cazas de quinta generación estadounidenses requirieron 15 años para entrar en servicio. China comienza a superar a la Armada de Washington, considerada hasta ahora la más potente y eficiente del mundo. Ignoro cómo piensan los CEOs y los inversionistas del capitalismo, pero es seguro que están mucho mejor informados que la media de las personas, incluyendo a este columnista. De modo que si comienzan a virar hacia otros continentes, es porque ven que los vientos soplan en direcciones diferentes a aquellos que las llevaron en su momento a las bolsas estadounidenses. El historiador Emmanuel Todd, en el prólogo de la edición eslovena de “La derrota de Occidente”, asegura que «la industria militar estadounidense está agotada»; la «economía y las sociedades europeas están al borde de la implosión» y que estamos comenzado a vivir «la desintegración de Occidente». Si esto lo dijera algún periodista del montón, podría dudarse, pero lo asegura uno de los intelectuales más serios de este momento. Agrega un dato notable: «Bajo el bloqueo chino a sus importaciones de samario, tierra rara esencial para la aeronáutica militar, Estados Unidos ya no puede soñar con enfrentarse militarmente a China». Sugiere que en el seno del imperio se cuece una guerra civil, algo nada desmesurado al ver cómo los soldados ocupan ciudades como Portland, luego de Los Ángeles, Chicago, Memphis y de Washington, la capital, donde 2.000 uniformados siguen patrullando las calles. Todd agrega que la era de las democracias liberales se ha terminado, que la pobreza y la desigualdad europeas aumentan, que el Reino Unido está al borde del colapso y que «las sociedades y los sistemas políticos están paralizados». Quienes tenemos la fortuna de transitar por un puñado de ciudades del mundo sabemos que no exagera. En tanto, Asia está en pleno auge, aunque asegura que la bajísima tasa de fertilidad china le impedirá reemplazar a Estados Unidos como hegemón global. Aunque es imposible saber qué sucederá dentro de una década, o qué aspecto tendrá el sistema-mundo dentro de 50 años, podemos asegurar que el multilateralismo ya está aquí, que no hay ninguna potencia que pueda ordenar el mundo a su voluntad de modo unilateral. Esto explica muchas cosas. La primera, es que la opción de las clases ricas por la guerra y el rearme no es un capricho, sino un cálculo racional de que es el mejor modo de mantener su poder. Casi toda América Latina está militarizada: México, Centroamérica, toda la región andina desde Colombia hasta Chile, el Caribe, y solo pequeñas islas quedan al margen de la tendencia dominante. La segunda es que la militarización es para contener la protesta social, igual que en las grandes ciudades de los Estados Unidos. Estos días, la represión militar enfrenta un paro del movimiento indígena en Ecuador, con soldados disparando a las multitudes desarmadas. Algo similar en Perú. El caso del Ecuador, de Guatemala o de Honduras no son la excepción sino, cada vez más, la regla. La tercera cuestión es que los movimientos sociales, las izquierdas y las personas críticas no estamos preparados, ni material ni ideológicamente, para enfrentar el militarismo por el que han optado las clases dominantes. No me refiero, en absoluto, a enfrentar la violencia de arriba con la violencia de abajo, porque no conduce más que a masacres donde siempre pierden los pueblos. En lo que pienso, es en reflexionar y debatir qué vamos a hacer en este período turbulento en el que las elites han decidido quedarse arriba por todos los medios.