2025 URR. 31 KOLABORAZIOA No hay paz en Palestina Ana VIÑALS BLANCO Portavoz Elkarrekin Bilbao {{^data.noClicksRemaining}} Artikulu hau irakurtzeko erregistratu doan edo harpidetu Dagoeneko erregistratuta edo harpideduna? Saioa hasi ERREGISTRATU IRAKURTZEKO {{/data.noClicksRemaining}} {{#data.noClicksRemaining}} Klikik gabe gelditu zara Harpidetu {{/data.noClicksRemaining}} El sociólogo Johan Galtung siempre explicaba que la paz no es solo la ausencia de violencia, la paz es un estado de armonía y cooperación en el que todos los seres humanos convivimos en equidad. Este concepto, tan amplio como profundo, se despliega en dos dimensiones, la paz positiva y la paz negativa. Así, la paz negativa se refiere a la simple ausencia de violencia, sin abordar las causas subyacentes del conflicto. Por otro lado, la paz positiva implica la promoción de la cooperación y la eliminación de la violencia estructural provocada por la desigualdad y la injusticia social. En este sentido, solo hay que ver, escuchar o leer cada día las noticias para evidenciar que no hay ningún tipo de paz en Palestina, ni positiva ni negativa. No ha habido ni un día, ni un solo día tras la firma del alto el fuego, en el que las tropas israelís no hayan cometido algún asesinato en la franja de Gaza o en Cisjordania. Desde el anuncio de la tregua, el ejército israelí ha asesinado a más de un centenar de palestinos. Sin olvidar que, según Naciones Unidas, a fecha de 22 de octubre de 2025, se contabilizaban en la Franja de Gaza 68.234 palestinos asesinados, de los cuales 20.179 son niños y niñas. Viendo los actos del presente y teniendo también muy en cuenta su pasado, la historia del Estado sionista, se puede afirmar con rotundidad que el Gobierno israelí no está capacitado para firmar ningún acuerdo de paz; básicamente porque desde su génesis ha sido un Estado de guerra, un Estado violento construido sobre la existencia y contra los derechos humanos del pueblo palestino. La nación israelí, desde su nacimiento, se sostiene sobre el pilar de la violencia. Su base psicosocial y política, su propia existencia como Estado, se basa en la necesidad permanente de la guerra. En consecuencia, el Gobierno israelí difícilmente podrá comprometerse con un proceso de paz cuando el espíritu de esta contradice su propia existencia como estado-nación. Por todo ello, por la crueldad de lo que está pasando en Palestina y por el sufrimiento injustificado que está provocando el Gobierno israelí, conviene recordar de qué tipo de violencia estamos hablando. Hablamos de la violencia sionista. Un tipo de violencia con casi cien años de historia, una violencia colonial, una violencia urbana y rural, una violencia paramilitar y militar, una violencia oficial y terrorista, una violencia extrema e impune. Este es el tipo de violencia que viene sufriendo el pueblo palestino desde hace casi un siglo y que tiene su máxima expresión en el genocidio de la Franja de Gaza. Y por cierto, a los sionistas israelís se les puede acusar de muchas cosas, pero no de esconder sus verdaderos objetivos o intereses históricos respecto a Palestina. Lo explica muy bien el historiador israelí Avi Eshlaim en sus análisis donde cita al fundador del sionismo moderno y visionario del Estado judío, Theodor Herzl, cuando a finales del siglo XIX lo dejo muy claro diciendo que «el objetivo del sionismo es la creación de un hogar en Palestina para el pueblo judío». Otros no eran tan diplomáticos, como el nacionalista judío Zeev Jabotinsky, el cual en los años veinte ya hablaba del «muro de hierro y de la obligación de ocupar sin prestar atención a los palestinos». Sin olvidar al polaco y supuesto laborista David Ben-Gurión que llegó a decir que «la paz para nosotros es un medio, el fin es la completa y total realización del sionismo». Pues así llevan cien años. Esa es la esencia del Estado israelí. Esa es la identidad del sionismo, destruir y asesinar para después ocupar. Construir en esencia, una nación y un estado mediante el holocausto del pueblo árabe palestino. Pero aun con todo, y esto es lo verdaderamente importante, el pueblo palestino sigue resistiendo y por ello, como reconocimiento humanitario, solidario e internacionalista, en el mundo somos millones las personas que nunca vamos a olvidar lo que está haciendo el Estado Israelí. Los sionistas podrán ganar todas las guerras, pero nunca van a poder vivir en paz, nunca podrán tener la conciencia tranquila y nunca lograrán nuestro olvido y perdón. Quizás, si la comunidad internacional continúa sin hacer nada, un día logren ocupar todos los Territorios Palestinos, pero esa tierra ocupada se convertirá en su propia cárcel con un muro no de hierro, sino de sangre, vergüenza y miedo. Así llevan cien años. Esa es la esencia del Estado israelí. Esa es la identidad del sionismo, destruir y asesinar para después ocupar. Construir en esencia, una nación y un estado mediante el holocausto del pueblo árabe palestino