Sigue la descomposición

No dan tregua. La extrema derecha española bicéfala va camino de batir muchos récords de incapacidad política y sinvergonzonería. La indignidad de Carlos Monzón solamente es superada por la de Feijóo que se empeña en demostrar su inutilidad. Cuando junto estas letras, me falta ver a Abascal que es el que mantiene ahora mismo el rumbo de la barca. Le han dado el futuro de València y del ciclo electoral, por lo que los acontecimientos se van convirtiendo en misteriosos mensajes del más allá que pueden desembocar en cualquier situación, por muy inverosímil que pueda parecer.

Las dudas sobre la actual posición en el organigrama de Mazón son material de combustión. ¿Ha dimitido o simplemente ha anunciado que abandona, pero sigue como president? Si es cierto que ha pedido o le van a dar la baja médica, entramos ya en la excelencia de la infamia. Estamos ante momentos históricos plurales, multidisciplinares, apocalípticos y demoledores de toda confianza cabal en los políticos como agentes democráticos que están al servicio indudable de la ciudadanía. En una sede judicial llora la persona que estuvo en El Ventorro con Mazón. Llora y suplica. Contesta entre sollozos y deja claro que esas horas todavía están bajo una sospecha. Suposición es delicada, se siente culpable de lo que no debería. En otra sede judicial es el Fiscal General del Estado el que se somete a un juicio inducido por Ayuso, su supuesto novio y su Rasputín en la Comunidad con la complicidad de togas y rotativas. Este juicio puede ser otro fracaso de la estrategia de PPVox para llevar al gobierno. O no.