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MONEDAS DIGITALES

El euro digital genera más dudas que certezas

Europa debate sobre el camino que debe seguir el euro digital. La propuesta oficial busca compatibilizar privacidad y lucha contra el blanqueo de capitales con dos monedas: una para pagos pequeños y otra para cantidades grandes. Un esquema que no garantiza que en el futuro se sacrifique la privacidad. Además, estropearía el negocio a los bancos, causa más que probable de las dudas y retrasos.

(Arne DEDERT | dpa-EUROPA PRESS)

EEUU usa las monedas digitales para fortalecer el dólar. China, en cambio, apuesta por un sistema de pagos basado en el yuan digital que le permita rentabilizar su enorme poder comercial. Mientras tanto, la Unión Europea continúa debatiendo.

Christine Lagarde ya ha avisado que la nueva regulación del mercado de criptomonedas estadounidense puede atraer el ahorro europeo y presiona para que el euro digital sea una realidad.

De momento, la UE ha aprobado el Reglamento contra el Blanqueo de Capitales (2024/1624) que establece un máximo de 10.000 euros para los pagos en efectivo y centraliza la supervisión en la Autoridad Europea contra el Blanqueo de Capitales (AMLA). Anteriormente, aprobó el Reglamento sobre Criptoactivos MiCA (2023/1114), que elimina las transacciones anónimas con criptomonedas. En ambos casos, la lucha contra el blanqueo de capitales se ha usado como pretexto para aumentar el control de las transacciones.

EURO DIGITAL

La tercera pata del sistema es el euro digital con el que la UE pretende lograr una plataforma de pagos propia, al margen de las estadounidenses (Visa, Mastercard, Paypal). El BCE prevé que se emita en 2029 con un compromiso entre la privacidad y el cumplimiento de las normas sobre blanqueo de capitales: el euro digital se podrá usar en pagos pequeños y sin conexión, mientras que garantizará la trazabilidad de los pagos de cantidades mayores.

La duda que genera este proyecto es que una vez creada la infraestructura para controlar los pagos importantes, nadie garantiza que en un futuro no pueda ser utilizada para fines diferentes a los originales. Los constantes cambios en la cantidad máxima para los pagos en efectivo, por ejemplo, no dan confianza.

La falta de privacidad es una de las razones por las que las monedas digitales de los bancos centrales tienen tan poca aceptación; ni siquiera el yuan chino ha logrado que se generalice su uso.

EL DEBATE EN EL EUROPARLAMENTO

El eurodiputado del PP, Fernando Navarrete, es el ponente del informe sobre el euro digital en el Parlamento Europeo. Ha definido como prioridad «alcanzar la soberanía europea en materia de pagos» debido a la excesiva dependencia actual.

En su informe diferencia entre los pagos offline o sin conexión ,que sería una versión digital de las actuales monedas y billetes que garantizaría la privacidad, pero al mismo tiempo cumpliría con la norma de blanqueo de capitales, ya que estaría limitado. Al no necesitar cuentas, no tendría impacto «en la estabilidad financiera», es decir, en los resultados de los bancos.

Navarrete considera que en el euro online o con conexión es donde surgen los principales «riesgos». Entre ellos señala «la desintermediación bancaria, las salidas de depósitos y la competencia directa con los sistemas privados». Con el euro digital, los usuarios no necesitarían tener una cuenta en un banco comercial; si el euro lo emite el banco central, bastaría con abrir una cuenta en esa institución, con lo que la banca privada perdería no solo un buen montón de depósitos, sino también las comisiones asociadas a la gestión.

Posiblemente, esta sea la principal razón, y no la falta de privacidad, que retrasa el euro digital: la banca perdería ingresos y depósitos, y también capacidad de crear dinero.

Para solventar este obstáculo, el ponente plantea que el desarrollo del euro digital sea condicional: «solo debería avanzar si no surge ninguna solución de pago paneuropea privada». De ahí que proponga una colaboración entre el Banco Central Europeo y el sector privado para encontrar la mejor solución al sistema de pagos europeo.

Una solución sorprendente si la cuestión es proteger la privacidad: una plataforma pública siempre tiene mayores controles y ofrece más garantías. La pelea está en quién se queda con el negocio de la plataforma de pagos.