2025 AZA. 17 Trump borra a gays, negros, indios y mujeres de la historia militar A inicios de año, el Pentágono inició el borrado en sus webs y memoriales de todo héroe militar que no sea un macho anglosajón, blanco y hetero. El Ejército ha puesto fin sus programas inclusivos para minorías por «inmorales». También está rebautizando buques de guerra con nombres de activistas LGTBI. Abajo, la imagen de la bandera de Iwo Jima con el retrato del soldado pima Ira Hayes. (Joe ROSENTHAL) Aritz INTXUSTA {{^data.noClicksRemaining}} Artikulu hau irakurtzeko erregistratu doan edo harpidetu Dagoeneko erregistratuta edo harpideduna? Saioa hasi ERREGISTRATU IRAKURTZEKO {{/data.noClicksRemaining}} {{#data.noClicksRemaining}} Klikik gabe gelditu zara Harpidetu {{/data.noClicksRemaining}} El 23 de marzo de 1945 Joe Rosenthal fotografió a seis marines izando la bandera de su país sobre una colina de la isla japonesa de Iwo Jima. Tan perfecta era la imagen que el fotoperiodista peleó toda su vida para defender su veracidad. Murió en 2006, a los 94 años. Hoy nadie duda de que esa imagen es real. A ninguno de los marines se les ve la cara en la fotografía, pero se conocen todas sus identidades. Dos de ellos morirían en el frente del Pacífico antes de que acabara la guerra. Los cuatro restantes regresaron como auténticos héroes, convertidos en iconos de la victoria en la Segunda Guerra Mundial. El principal motivo es que EEUU no tenía fotos mucho mejores para rodear de épica la victoria sobre Alemania y sus aliados, dado que quienes tomaron Berlín fueron los soviéticos. De modo que la Casa Blanca compró la fotografía a la agencia AP para hacerla de dominio público e ilustrar sellos y materiales de propaganda, como medallas conmemorativas, etc. El primero de los soldados por la izquierda, el único que ha soltado ya el astil de la bandera, se llamaba Ira Hayes, un amerindio del desierto de Arizona, perteneciente a la tribu Pima. Gracias a esa foto, el soldado Hayes se convirtió en el más famoso de todos los indios pima. Las referencias a Hayes -según denunció “The Washington Post”- fueron eliminadas de las páginas oficiales del Ejército por orden de la Administración Trump esta primavera. La operación de supresión de referencias sobre Hayes y otros héroes militares de EEUU se relaciona con la eliminación de los programas de Diversidad, Inclusión e Igualdad (DEI) por parte de los actuales responsables del Pentágono. Estos programas DEI buscaban romper con la imagen prototípica del soldado americano como un varón blanco, anglosajón y heterosexual para reducir así las resistencias a alistarse que presentan mujeres y minorías, además de para lograr una mayor identificación con los valores patrios de estos colectivos. No solo han borrado las referencias a Hayes. La investigación de “The Washington Post” documentó también la supresión de las referencias a los hablantes de navajo para comunicaciones cifradas sobre operativos militares contra los nazis. Este idioma fue uno de los más empleados en la Segunda Guerra Mundial. El navajo no fue el único idioma ininteligible para Alemania, Japón y sus aliados en esa guerra. También hay constancia de comunicaciones en cherokee y euskara, como la que hace referencia a un operativo en Guadalcanal denominado «Apple» cuyo inicio se dio a conocer por radio como «sagarra eragintza». Finalmente, dado que había más hablantes de navajo que euskaldunes, se usó principalmente la lengua de los navajos. “The Washington Post” incluye como víctima del borrado de militares que no cumplen el patrón trumpista a Charles Calvin Rogers. El problema, en este caso, es su color de piel. Rogers es un referente para otros afroamericanos por su carrera y sus ascensos en el escalafón. Si bien, la eliminación de su rastro despertó cierto escándalo y su página fue restaurada. También fueron eliminados de las webs oficiales enlaces a artículos sobre personas destacadas por alguna heroicidad y que por ello se encuentran enterradas en el Cementerio Nacional de Arlington. Las víctimas del borrado son negras, hispanas, pertenecen al colectivo LGTBIQ o, simplemente, se trata de mujeres. Esta misma semana se descubrió que se habían retirado dos placas dedicadas soldados negros que habían realizado actos heroicos en la Segunda Guerra Mundial y a los que se recordaba en el cementerio de Margratten, Países Bajos. Una placa recogía la historia de George H. Pruit, de 23 años, fallecido en 1945 al tratar de rescatar a un compañero. La otra, hacía referencia a la segregación en el Ejército. AFP publicó que hay más de 26.000 imágenes de webs del Ejército que fueron retiradas para eliminar esa diversidad de la que antes hacían gala. Según Military.com, el borrado se realizó mediante barridos informáticos que suprimieron palabras clave, como«gay». Esto provocó que desaparecieran todas las fotografías del bombardero Enola Gay, que fue el que lanzó la bomba de Hiroshima. El secretario de Defensa, Pete Hegseth, por su parte, defiende la supresión masiva de datos por considerar los programas DEI como «inmorales». Uno de los asesores de Hegseth fue de quien partió la orden para el borrado de la memoria de estos militares, a modo de «actualización del contenido digital» de estos portales militares. “The Washington Post” sostiene que el sesgo racista de la intervención es demostrable, dado que las versiones archivadas de la página aún mantenían el contenido censurado en el momento en que realizó la investigación. Por su parte, el Pentágono defendió la operación asegurando que los programas DEI «erosionan la camaradería» hasta el punto de poner en riesgo el éxito de algunas misiones. A APERTURA DEL EJÉRCITO DE EEUU El Ejército de EEUU permite alistarse a mujeres desde hace 77 años, los negros pueden ser soldados desde la guerra de la Confederación y se abrió la puerta a las personas homosexuales en 1992 (presidencia de Bill Clinton). A día de hoy, basta con ser residente legal en EEUU y aprobar un examen para poder alistarse. A finales de enero, Trump prohibió que las personas trans formaran parte del Ejército. La puerta a las personas trans fue la última en abrirse. Ocurrió en 2016, con Obama. Trump la cerró en su primera etapa y Biden la reabrió. Esta operación por recuperar esa pureza racial, hetero y testosterónica del Ejército de EEUU se está ejecutando en profundidad, sin prisa pero sin pausa. En junio, el medio Military.com afirmó que un memorando de la Oficina del secretario de la Armada recogía la orden de sustituir el nombre del buque militar (un petrolero) bautizado como Harvey Milk. Milk fue uno de los primeros funcionarios electos que se declaró abiertamente gay, además de teniente de los marines y buzo. Fue matado a tiros por su activismo en favor de los derechos de los homosexuales en EEUU en el año 1978. Esta sustitución del nombre se justificaba, de nuevo, con el objetivo de Hegseth de «restablecer una cultura guerrera» en las fuerzas armadas estadounidenses. Posteriormente, la CBS añadió a la lista de barcos de guerra que serán renombrados el Thurgood Marshall, primer miembro negro de la Corte Suprema, y el Ruth Bader Ginsburg, que honra a la histórica juez liberal de esa misma Corte Suprema. Es difícil estimar la cantidad de militares que pertenecen al colectivo LGTBI, porque en el Ejército estadounidense rige la ley Don't tell, don't ask, por la cual los mandos no pueden preguntar a sus subordinados sobre su condición sexual y, en la misma lógica, los soldados tienen derecho a no contestar si se les interroga sobre este asunto. Si se lo compara con el Ejército español, el estadounidense es bastante más abierto. Las primeras mujeres soldado entraron en 1988 y el primer miembro que se declaró abiertamente homosexual en el Estado español no surgió hasta 2003. Por otro lado, desde la perspectiva de los derechos humanos, el mayor héroe que ha surgido en las últimas décadas del Ejército de EEUU, quizá sea Chelsea Manning, la filtradora trans de Wikileaks que puso al descubierto numerosos crímenes de guerra cometidos por Washington. Manning fue condenada por un tribunal militar a 23 años de prisión por la filtración masiva. En 2017, su pena fue conmutada por Obama cuando quedaban apenas unos días para que el presidente abandonara la Casa Blanca.