2025 ABEN. 03 El euskera podría estar en peligro en el año 2036 En un plazo de diez años, el uso del euskera puede reducirse de forma considerable en Hego Euskal Herria. Así lo revela la proyección demolingüística que maneja la Mancomunidad de Municipios Euskaldunes, UEMA, y que avanza que en una década los vascohablantes deberán vivir en entornos mayoritariamente castellanohablantes, con una utilización doméstica cada vez más reducida. Responsables de UEMA y Siadeco, en la presentación del informe. (Jon URBE | FOKU) M.A. {{^data.noClicksRemaining}} Artikulu hau irakurtzeko erregistratu doan edo harpidetu Dagoeneko erregistratuta edo harpideduna? Saioa hasi ERREGISTRATU IRAKURTZEKO {{/data.noClicksRemaining}} {{#data.noClicksRemaining}} Klikik gabe gelditu zara Harpidetu {{/data.noClicksRemaining}} El estudio, elaborado por Siadeco, advierte de que la presencia del euskera disminuirá en la mayoría de los espacios sociales y subraya que las zonas vitales de este idioma o ‘arnasgunes’ tradicionales están en peligro de extinción. «En resumen, serán cada vez más los vascoparlantes que en su vida cotidiana tengan en su entorno principalmente el castellano» señalan los expertos. Esta tendencia no es nueva, pero podría tener una dimensión histórica en 2036. Las zonas vitales del euskera y los entornos vascohablantes, que actualmente constituyen el centro del uso del euskera, corren el riesgo de reducirse. Los municipios con un porcentaje vascohablante por encima del 60% de la población son designados como ‘arnasgunes’, y dentro de esa cifra, el número de municipios con un uso del euskera del 80% se está reduciendo constantemente. Según la proyección, en 1991 el 7,2% de la población residía en las «zonas vitales», en 2021 lo hacía el 2,9% y en 2036 no serán más que el 0,2%. Por primera vez en la historia existe el riesgo real de que quedarse sin territorio social que viva principalmente en euskera. DEMOGRAFÍA Y USO Los datos del estudio muestran que Hego Euskal Herria seguirá siendo un país receptor de migrantes. Los recién llegados tendrán edad laboral y reproductiva, y en 2036 el 44% de la población de 25 a 44 años será nacida en el extranjero. Muchos de ellos tendrán el castellano como primera lengua, lo que transmitirán a los jóvenes, reduciendo el conocimiento del euskera. Así pues, el estudio muestra claramente la influencia de las tendencias demográficas en la evolución de las lenguas. Los hablantes que no tengan una tendencia natural hacia el euskera van a ocupar un lugar cada vez mayor en la sociedad, lo que genera el riesgo de que se reduzca su uso activo. Por otro lado, la pérdida del euskera también se producirá en la transmisión intrafamiliar. Quienes utilicen exclusivamente el euskera entre los nacidos en la CAV bajarán del 15% al 13%, pero se reforzarán los hábitos de uso simultáneo del euskera y del castellano, aumentando del 13% al 16%, lo que creará nuevos modelos de diversidad lingüística entre la juventud. En el acto de presentación del informe, el presidente de UEMA, Martín Aramendi, subrayó que «es imprescindible un diagnóstico preciso de la situación actual», y que «hay que tomar medidas eficaces en función de estos datos. Si no se da prioridad al euskera, si no se aborda realmente el tema, se reducirá su uso», advirtió. A partir de los datos recogidos en el estudio, UEMA realiza una serie de recomendaciones. Por un lado, establecer iniciativas concretas para fomentar el uso en los ‘arnasgunes’ y programas para practicar la lengua en la comunidad. Por otro, reforzar la transmisión en casa para trasladar los hábitos lingüísticos a las nuevas generaciones. Y por último, integrar eficazmente la educación y la cultura vasca en los centros educativos para que el euskera se convierta en parte de la vida social. «No queremos tocar las campanas fúnebres, sino tocar las campanas para que la gente despierte» En el mundo del euskera existe un consenso de que hemos llegado a un momento clave, a un punto en el que o se avanza o se retrocede. En este contexto, Iñaki Iurrebaso (Legazpi, 1967), responsable de investigación de UEMA, y Garikoitz Goikoetxea (Elduain, 1989), del servicio de Euskera de Tolosa, han publicado un libro que será clave para entender la situación del euskera. “Esnatu ala hil” (Despertar o morir) es el llamativo título del nuevo libro que han publicado con la editorial Elkar. «Nuestro planteamiento no es tocar las campanas fúnebres del euskera, sino tocar las campanas para que la gente despierte», declararon en una entrevista publicada en GARA el pasado mes de septiembre. «Debemos abrir los ojos ante la realidad, interpretarla bien y tomar medidas de cara al futuro. Cada vez se habla más del salto. Hay un consenso de que hemos llegado a un momento clave. También existe un consenso desde el punto de vista del diagnóstico. Esto requiere el siguiente paso: si esa es la realidad, si vamos en esa dirección, abordémosla de verdad en la medida en que la situación lo requiera». El libro está basado en la tesis doctoral de Iurrebaso, de más de mil páginas. A partir de esa tesis, han intentado hacer dos ejercicios. Por un lado, han actualizado los datos, trayendo a 2021 los datos de 2016. Por otro, se han esforzado en escribir un libro que sea fácil de entender por todo el mundo. Por tanto, no es una recopilación de datos, sino que interpretan y hacen propuestas. «A veces parece que lo hemos olvidado, pero en 1960, hace 20 años, estábamos en una situación de extrema minorización, y hoy también. Todos los indicadores están en un nivel muy débil», afirman, antes de mostrar algunos ejemplos: siete de cada diez habitantes de Euskal Herria son monolingües castellanohablantes. Los monolingües euskaldunes no llegan al 1%. Si analizamos el idioma en el que se desenvuelven más cómodamente, vemos que el 83% tiene el castellano como lengua dominante, frente al 8% del euskera. Un 9% se desenvuelve de forma similar en ambas lenguas. «Estar en esa minorización extrema supone por sí misma una tendencia al retroceso, a no ser que se haga un esfuerzo. En ello estamos los vascohablantes y en ello hemos estado en los últimos 60 años». El indicador más sólido que tiene el euskera está vinculado a la actitud: el 57% de la población está a favor de promocionar el euskera; el 14% está en contra y en medio está el 30%. Esa actitud no se limita a las palabras; la adhesión de los hablantes influye en sus conductas lingüísticas cotidianas. «Una lengua en extrema minorización y una comunidad con un fuerte deseo de vivir». Ese es el punto de partida del análisis de Iurrebaso y Goikoetxea. Maider IANTZI