2025 ABEN. 03 «Linguae Vasconum Primitiae», la primera obra impresa en euskara, vuelve a casa Entre los muros de piedra del Museo Vasco de Baiona, una vitrina ilumina discretamente un libro que cambió para siempre la historia de nuestra lengua. Un ejemplar único, frágil y silencioso, pero con una voz que resuena con fuerza: «Linguae Vasconum Primitiae», el primer libro impreso en euskara, regresa a casa casi quinientos años después. Aunque en enero será devuelto a París. M.A. BAIONA {{^data.noClicksRemaining}} Artikulu hau irakurtzeko erregistratu doan edo harpidetu Dagoeneko erregistratuta edo harpideduna? Saioa hasi ERREGISTRATU IRAKURTZEKO {{/data.noClicksRemaining}} {{#data.noClicksRemaining}} Klikik gabe gelditu zara Harpidetu {{/data.noClicksRemaining}} Publicado en 1545 en Burdeos y escrito por Bernart Etxepare, clérigo nacido en Nafarroa Beherea, el volumen marcó un antes y un después para una lengua que hasta entonces había vivido únicamente en la oralidad. Aquel gesto, aquel acto, escribir en euskara y fijarlo en papel y tinta, fue una declaración de dignidad y de futuro. Etxepare comprendió que para la supervivencia de un idioma se debía dejar una huella visible, debía plasmarse por escrito. La exposición, que permanecerá abierta hasta el 11 de enero de 2026, es fruto de una colaboración entre el Museo Vasco de Baiona, la Biblioteca Nacional de Francia y el Instituto Etxepare. El histórico ejemplar llega cedido temporalmente desde París, y se exhibe ahora en un espacio diseñado para resaltar su incalculable valor. DE LA PLAZA AL MUNDO Pese a su reducido tamaño, “Linguae Vasconum Primitiae” contiene un universo completo. En sus versos conviven lo cotidiano y lo sagrado, la devoción y el deseo, la fe y el orgullo de una lengua. Etxepare no solo escribió oraciones o cantos religiosos: también celebró la vida, la sensualidad y el papel de las mujeres. En uno de sus poemas, narra incluso su propio encarcelamiento, sin explicar los motivos, pero dejando entrever un espíritu rebelde y profundamente humano. Para terminar, los dos escritos más conocidos de esa colección: Kontrapas y Sautrela. El visitante que se detiene ante el libro no solo contempla una pieza literaria, sino una semilla de identidad. En aquel siglo dominado por el latín, el francés y el castellano, un párroco de un pequeño pueblo de Nafarroa Beherea (Eiheralar) decidió elevar su lengua materna al rango de literatura. Ese gesto lo convirtió en el primer autor de una tradición que siglos después seguiría creciendo con literatos como Axular, Lizardi o Atxaga, entre otros muchos. El Instituto Etxepare ha hecho del célebre lema del autor “Euskara, jalgi hadi mundura” (euskara, sal al mundo) una brújula para su labor. Difundir el euskara y la cultura vasca más allá de las fronteras es su mayor propósito, y esta exposición encarna ese espíritu. En palabras de la directora de la entidad, Irene Larraza, el proyecto busca no solo mostrar un libro, sino conectar lenguas, territorios y miradas. El programa “Ça colle au basque”, en el cual se enmarca la muestra, refuer-za esa vocación de apertura del euskara y la cultura vasca dentro del ámbito francófono. La diversidad lingüística se presenta aquí no como una barrera, sino como un puente: cada idioma aporta una forma distinta de nombrar la realidad, y la lengua vasca, con su origen milenario, añade a ese mosaico un sonido inconfundible. RETORNO METAFÓRICO Para el Museo Vasco de Baiona, el cual guarda la memoria cultural de esa parte de Euskal Herria y que este año cumple un siglo desde su creación, la llegada del ejemplar del “Linguae Vasconum Primitiae” tiene un significado especial. No es solo un préstamo de la Biblioteca Nacional de Francia; es un retorno simbólico. El libro vuelve al territorio de su autor, a las tierras donde el euskara sigue sonando, transformado pero vivo. No obstante, se trata de un regreso temporal. Por ello, diversas voces han reivindicado que la obra de Etxepare permanezca en su tierra, en Euskal Herria. El pasado 17 de noviembre tuvo lugar una concentración ante el propio museo para reivindicar que la obra permanezca en su tierra, en Euskal Herria. Convocados por Euskalgintzaren Kontseilua y Euskal Konfederazioa, reclamaron además reconocimiento y recursos para el euskara.