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Todos coleccionamos y somos coleccionados, incluso BilbaoArte

El personaje de José Sacristán, en la obra teatral “La colección’’, de Juan Mayorga, reflexiona diciendo que «todos coleccionamos vida, muerte, amor o dolor. Y todos somos coleccionados». Este podría ser el leitmotiv de la segunda exposición en la que BilbaoArte muestra sus fondos; una sorprendente y poco ortodoxa propuesta curatorial, que saca el «experto» que todos tenemos dentro. Está expuesta hasta el 1 de febrero.

Nerea Yerbe y Jaime Cuenca, comisarios de la exposición, en la cuarta estancia, la del misterio. (Aritz LOIOLA | FOKU)

Situada muy cerca del Guggenheim bilbaino, casi rozando la espalda del edificio de titanio de Frank Gehry, Uribitarte40 es la sala donde se exponen los trabajos de los artistas y creadores que pasan por el centro de producción artística de la Fundación BilbaoArte, de gestión municipal, en la calle Urazurrutia. Pasillos en blanco impoluto nos reciben, mientras que, a los lados, cuatro estancias abigarradas, donde conviven obras de distintos autores, parece que nos dicen: «Entra, déjate llevar, mira y dinos a ver qué ves».

En esta sala se expone hasta el 1 de febrero del próximo año “De la colección no se vuelve. Colección BA”, la segunda exposición sobre la colección propia de BilbaoArte, surgida de su segunda convocatoria de comisariado. La idea es dar visibilidad a los artistas presentes en los fondos propios de BilbaoArte y ofrecer nuevas lecturas e interpretaciones sobre el imaginario que esas obras van creando.

Porque hay algo curioso en la colección que la fundación ha ido acumulando durante los últimos 27 años: cada artista que trabaja en sus instalaciones cede, a cambio, una de sus obras, que tiene que ser producida allí. La obra la elige el propio creador y, por ello, el fondo es hetereogéneo, ecléctico, subjetivo... y compuesto por obras firmadas por los nombres más conocidos del arte contemporáneo vasco y estatal actual o, porque de todo hay, por artistas que abandonaron su carrera artística.

De las 600 obras que componen el fondo, ahora se exponen 55 de 52 artistas y colectivos. Y, nada más entrar en la sala, domina el color blanco y, a nuestra izquierda, vemos el primer espacio expositivo y, sorprendentemente, está lleno, abarrotado.

Nerea Ayerbe (Bilbo, 1982) es comisaria, editora e investigadora en arte contemporáneo. Doctora en Teoría de Arte Contemporáneo, trabaja en la Alhóndiga e imparte clases en la Universidad de Deustu sobre arte moderno y contemporáneo y mercado de arte. Es, junto a Jaime Cuenca (Bilbo, 1983), comisaria de esta exposición: «Si te das cuenta, este pasillo está completamente vacío, como que se hubieran olvidado de colgar obra -explica-. Y, sin embargo, cada una de las cuatro estancias están muy llenas. Queríamos que tuviéseis, mentalmente y físicamente, espacios de tranquilidad, para que, cuando entráseis a una de las cuatro estancias, pareciera que los muros se te viniesen encima. Puedes entrar, estar 1 minutos, porque te aburres, o estar media hora ‘jugando’ con las obras, buscando relaciones: ‘Esta me gusta más, esta menos...’ Cada persona, hasta la capa que le llegue; no tiene porqué ser una capa intelectual superprofunda».

Jaime Cuenca (Bilbo, 1983) es filósofo y crítico de arte, y trabaja en el cruce entre la teoría del arte, la filosofía política y la historia de las prácticas cotidianas. Es profesor titular de Teoría del Lenguaje en Deustu. Se les nota a ambos ese ‘‘algo’’ que da la docencia, el querer hacer llegar el mensaje. Han tomado decisiones de montaje poco ortodoxas, reconocen, pero es que «a veces el público siente esa barrera de decir: ‘No voy a entrar ahí, porque igual no lo entiendo’. Es algo que hemos tratado de tener en mente al pensar las posiciones de las obras, otra cosa es que luego no funcione... pero hemos tratado de provocar guiños que no exijan necesariamente un conocimiento del arte contemporáneo», añade.

¿Guiños? Puede ser un color que comparten varias obras, una idea común -el viaje o las relaciones de pareja, por ejemplo- o un elemento -los pájaros, aparecen hasta los de ‘‘Psicosis’’-. Las miradas y forma de interpretarlos son infinitos, tantos como los visitantes. «En el Barroco, en el siglo XVII, muchas veces hacían este tipo de conjuntos y los cuadros los ordenaban también por géneros y por temas. Nosotros invitamos al público a que busque ese tipo de ‘ecos’ en las obras, unos ecos que a veces son de contenido, a veces son cromáticos o a veces son de escala», añade Cuenca.

DESDE EL TEATRO

Paralelamente, la propuesta curatorial plantea una reflexión sobre el concepto de colección. ¿Por qué coleccionamos los humanos? En el origen de está historia hay una obra de teatro y el título de la exposición, “De la colección no se vuelve’’, está tomada literalmente del texto de la obra. Es ‘‘La colección’’ (2024), del director y dramaturgo Juan Mayorga -uno de los grandes del Estado-, un texto y una obra teatral creados para La Abadía, de la que es director artístico, y protagonizados por José Sacristán y Ana Marzoa.

En enero de este año, Cuenca y Ayerbe la vieron en el Teatro Arriaga. Ayerbe: «Nos compramos el libro a todo correr, es una joya, muy sugerente. Es la historia de un matrimonio de coleccionistas que ya se van haciendo mayores y tienen que decidir qué será de su colección cuando no estén. Hay un montón de citas, de reflexiones muy provocadoras sobre la idea de colección, sobre el gesto de coleccionar. Nos pusimos en contacto con Juan Mayorga y tenemos su visto bueno. De hecho, él dice que nunca le había pasado que una obra de teatro suya tuviese una segunda vida en una sala de arte». Mayorga vendrá a Bilbo el 1 de febrero, al cierre de la exposición.

«Coleccionar es, de alguna forma, un intento de poner orden en el mundo, de protegernos frente al caos, de la muerte y de todo lo que nos puede pasar ahí fuera. Las colecciones son un intento de salvar lo necesario: ¿Qué salvarías si el mundo se acabase?», añade Cuenca.

Entramos en la primera estancia. Hay fotografías de Helena Goñi, las viñetas de Aitor Lajarín, un delicado cuadro de Erramun Landa, una divertida escultura de un chaval con una mochila de Kiko Miyares (Llanes, 1977)... «En la trayectoria de Mirayes es superimportante, porque fue la primera pieza que talló en madera y lo hizo en BilbaoArte. De hecho, ahora solo se dedica a eso. Con una motosierra se pone en un hangar que tiene en Llanes, ahí a lo loco».

Pasamos por la segunda y tercera estancias: Gala Knörr, David Martín Angulo, Ana Riaño, Ixone Sádaba y Dora Salazar, entre otros. La presencia de mujeres es apabullante. Y llegamos a la cuarta, que parece un cubo negro, porque de ese color están pintadas las paredes. Obras Erika Barahona, June Crespo, Mabi Rebuelta, Begoña Zubero o Pau Figueres Ortiz. La de este último es curiosa, se titula “30 de enero de 2013, Lenin tenía razón Mr. Goebbels” (2013) y es una serie de fotografías. «En realidad, lo que muestra, es un primer plano de un apretón de manos entre Rajoy y Urkullu. La referencia a Goebbels y a Lenin es por la frase de Goebbels, pero me parece que Lenin dijo algo parecido antes, que es: ‘Una mentira repetida con la suficiente convicción se convierte en verdad’».