En combustión interna

Me llegan tantas recetas alternativas para las próximas fiestas que acabaré rescatando del ostracismo al cóctel de gambas recargado de salsa rosa. Entonces, después de muchas vueltas, convenciones, congresos y declaraciones rimbombantes, va la UE y decide mantener la venta de automóviles de combustión, o sea de gasolina, gasoil o gas después del año dos mil treinta y cinco que era la fecha en la que se había colocado el umbral del eléctrico total. ¿Por qué? Será que las petroleras aprietan mucho; que Trump aprieta mucho; que China es la mayor fabricante de coches eléctricos y las autoridades europeas son muy neoliberales y no entienden un mundo sin tanto deterioro del medio ambiente. Será, será.

Santos Cerdán tiene cuajo. No tengo ni idea de sus peripecias judiciales, de la verdad de los informes de la UCO o de las cintas de Koldo, pero en el Senado ha estado entero y muy sólido. Se le veía que estaba en combustión interna, pero muy controlada. Saltó contra la senadora de UPN que no escarmienta y contra su amigo Alfonso Gil, pero con sutileza, con acento navarro y humor seco, apuntando a las partes blandas. Es cierto, mejor solo que mal acompañado. Y que viva el clarete.

Un dato que cuesta asimilar: los directivos de las grandes empresas ganan al año ciento once (111) veces más que los trabajadores de base. Es decir, un operario necesita cien años para igualar el dinero que gana un baranda en uno. ¡Arriba parias de la tierra! La duda razonable es si la paz social se alimenta de sedantes psicotrópicos distribuidos a granel, miedos o sindicatos pacatos.