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EDITORIALA

Invitación sincera para adoptar compromisos por el euskara


En euskara, la terminación «-zale» significa afición, amor o compromiso. Es un identificativo para las personas y sirve en muchos contextos, desde el deportivo, donde los «-zale» son seguidores de un equipo o deporte -«pilotazale», que le gusta la pelota-, hasta el político -«abertzale» es alguien comprometido con la patria, «aberria»-.

En pura lógica, «euskaltzale» se puede traducir como favorable al euskara, en su versión más comedida, y como amante de la lengua vasca, en su versión pasional. Objetivamente, no implica saber euskara -eso se llama «euskaldun», el que posee euskara-, sino tener una postura favorable a su supervivencia y desarrollo.

En principio, no todo «euskaltzale» es «euskaldun», pero todos los «euskaldunes» deberían ser «euskaltzales». Hay diferentes grados de compromiso, y todos son bienvenidos para una comunidad que suele sentirse maltratada.

Ayer, miles de personas se reunieron en Bilbo para demandar que no se discrimine ni acose a la lengua vasca y a quienes la hablan. Que no se haga política contra el euskara a través de los tribunales españoles y franceses. Plantearon que diferentes informes y expertos consideran que el idioma tiene problemas serios para avanzar. Hacen falta políticas públicas eficaces. Es evidente que los retos a los que se enfrenta el mundo resultan más abrumadores si cabe para una lengua y una cultura pequeña y minorizada como la vasca. Por todo ello, consideran que hacen falta nuevos compromisos, para que el euskara pueda hacer frente a esos retos y viva un renacimiento.

Miles de personas en Euskal Herria no saben que son, que pueden ser, «euskaltzales». Están invitadas a tomar partido en favor del euskara. Con afición, amor y compromiso.