2013 ABEN. 06 PAPEREZKO LUPA Turuleta perdida Maite Soroa msoroa@gara.net Hacía tiempo que servidora no encontraba un artículo tan estrambótico como el que firma Zoé Valdés en «Libertaddigital», hasta tal punto es disparatado que una concluye que la autora está de atar. Loquita perdida, vamos. Abre el artículo por donde suele, diciendo que «tanto lío que si el `capitalismo salvaje' cuando en realidad lo que verdaderamente se ha ido imponiendo en este mundo es el `comunismo salvaje'», lo que ya es mucho decir, pero conociendo a la autora, tampoco sorprende. Pero luego empieza a enumerar y también a desbarrar: «¿Qué existe en Venezuela? Ya lo dije: comunismo salvaje. ¿Qué quiere imponer Daniel Ortega en Nicaragua al cambiar la Constitución? Comunismo salvaje. ¿Qué hay tras la máscara de mamboleta de Cristina de Kirchner? Comunismo salvaje. ¿Y Putin en Rusia? Lo que ansía Vladimir Putin, el Zar de la KGB, es imponer nuevamente la Unión Soviética. O sea, comunismo salvaje. Y lo está consiguiendo con el apoyo de su mejor aliado: Barack Hussein Obama.». Después de leer eso, una empieza a pensar que a la cubana se le está yendo la olla. Pero las dudas se disipan ante el siguiente párrafo. Lean, lean: «Ha triunfado el comunismo demoledor (...). No se hagan ilusiones. No hay más democracia en ninguna parte del planeta, todo es una puesta en escena de mal gusto. Todos son comunistas, absolutamente todos los políticos han sido inoculados con el virus de lo políticamente correcto, o sea han adquirido el síndrome del perfecto ultraizquierdista. ¿Rajoy de derechas? Para nada, comunista a pulso. Como antes lo fue Chirac, con todo lo bien que nos pudo haber caído en sus años mozos». Esta mujer ve rojos por todas partes. Pero ella, sagaz, es consciente de que hay que tener una mirada especial para concluir que Rajoy es un comunista, y sabe que igual hay quien no la toma en serio: «el hecho de que yo tenga el ojo de ver que el mundo se ha vuelto comunista salvaje, enseguida me situará en una mala posición, no me traerá nada bueno, también soy consciente de ello. Ya empezarán a repetir lo de siempre, que si me he vuelto loca, que si exagero, que si soy paranoica, que si me he convertido a la extrema derecha. No soy ni de derechas, ni de izquierdas, soy libre». Si hija, sí. Servidora se imagina a la pobre en una habitación acolchada y con una camisa blanca gritando como una descosida: «comunismo salvaje, comunismo salvaje». Qué pena dan a veces.