2014 OTS. 09 TXOKOTIK Miles de kilómetros, miles de razones Txisko Fernández Periodista El último viaje de la familia y los amigos de Arkaitz Bellon Blanco para acompañarle de regreso a casa no ha sido el que habían esperado durante los últimos trece años, porque los mil kilómetros de ida los han hecho tras recibir la noticia de su muerte y los mil kilómetros de vuelta los harán sin poder escuchar sus palabras, sin poder contemplar su sonrisa. No han perdido a Arkaitz, porque seguirá presente en sus vidas. Lo que se ha perdido es otra oportunidad para cumplir con el deseo mayoritario de la sociedad vasca, expresado de forma multitudinaria en Bilbo hace apenas un mes. Una imagen que no es estática, que no se va a quedar olvidada en las hemerotecas, sino que seguirá ampliándose, paso a paso, recorriendo miles y miles de kilómetros por todo el mundo. Ni la táctica del avestruz a la que se aferran las autoridades españolas y francesas, ni la de mirar al otro lado con la que todavía caminan algunos políticos vascos (que cada vez son menos es ya una clamorosa evidencia) conseguirán frenar la marea humana que ya se ha activado con el objetivo de poner fin a la vulneración de los derechos de todas las personas. Y, en estos luctuosos momentos, no está de más recordar que mantener a los presos vascos alejados a cientos de kilómetros de sus familiares no es más que una forma de tortura que nada, absolutamente nada, tiene que ver con el derecho penal ni con un régimen penitenciario homologado en las democracias occidentales. Decir lo contrario, como hizo Iñaki Oyarzábal el jueves al afirmar que la política penitenciaria española «es la más garantista de Europa», no es solo una boutade mayúscula, sino también un síntoma de que todavía hay representantes políticos en este país que no caminan con los pies en el suelo. Dos días antes, el propio «secretario general del Partido Popular vasco» comentaba que su partido «no debe hacer discursos para fuera de Euskadi, sino que se entiendan» aquí. Lo decía para rechazar las «injustas» críticas que les están lanzando algunos excompañeros que no asumen de buen grado que el Estado español haya cumplido con lo dictado por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos. De un día para otro, su discurso se alejó miles de kilómetros de este país; una vez más, su sinrazón quedó en evidencia.