2014 API. 01 PAPEREZKO LUPA Ilegalizar, encarcelar... Maite SOROA msoroa@gara.net Para la derechona la solución a cualquier problema, siempre que el problema lo sea para ellos, es la represión pura y dura. «La Razón» titulaba ayer en primera «La Fiscalía recaba datos para ilegalizar la Asamblea Nacional Catalana» y concluía su editorial diciendo: «Qué más da que el presidente de la Generalitat de Cataluña ultilice a la ANC o que ésta instrumentalice a Mas. Lo grave es que hablamos de una organización que bordea la ilegalidad». Y si la ilegalizan, estará claramente fuera de ella. De todos modos, ¿por qué no hablan claro y dicen que para lo que les parece verdaderamente grave es que la mayoría de los catalanes esté diciendo adeu a España? ¿No debería adecuarse la ley a la voluntad popular? En «Abc», Esperanza Aguirre se refería en su arenga a los sucesos el 22M en Madrid. Y, como siempre le parecerá insuficiente cualquier actuación contra quienes no piensan precisamente como ella, decía: «Hay que llamar a las cosas por su nombre: el pasado 22 de marzo Madrid vivió una jornada de terrorismo callejero. No fue una manifestación más de esas en las que, al final, unos pocos exaltados llevan a cabo actos de violencia contra algunos escaparates o algunos bancos», por lo cual, «si esos actos de terrorismo se reproducen -como parece ser la voluntad de los que los han promovido hasta ahora- sus protagonistas tienen que sentir sobre ellos todo el peso de una ley que tiene que defendernos a todos (...)». O al menos, a Espe y su gente, ¿no? Isabel San Sebastián titulaba su apocalíptica columna en el mismo diario «Los bárbaros». Comenzaba: «La han emprendido a golpes con las murallas del orden que nos guardan. En esta ocasión no proceden de las estepas sino que han crecido entre nosotros, al amparo del sistema que pretenden destruir». Seguro que no se sienten muy amparadas y amparados por ese sistema. Aseguraba que «son tan bárbaros como los que acabaron con Roma y su gigantesca obra civilizadora» y veía la cosa más bien oscura, pues concluía diciendo: «los bárbaros pueden ganar», porque «golpean unos muros roídos por la corrupción, la mentira, el relativismo, la cobardía y la ausencia de convicciones», Y mandaba un recado a Rajoy: «Sus capuchas y sus consignas; sus piedras, su discurso hueco, sus agresiones a la Policía, sus destrozos y actos de intimidación serían contrarrestados sin dificultad por una sociedad unida en tono a sus valores bajo el liderazgo de un gobierno firme». O sea, más autoritario... si ello fuese posible.